En aquel tiempo, entró Jesús en el templo y se puso a echar a los vendedores, diciéndoles: «Escrito está: «Mi casa es casa de oración»; pero vosotros la habéis convertido en una «cueva de bandidos.»»
Todos los días enseñaba en el templo. Los sumos sacerdotes, los escribas y los notables del pueblo intentaban quitarlo de en medio; pero se dieron cuenta de que no podían hacer nada, porque el pueblo entero estaba pendiente de sus labios.
(Lc 19,45-48)
Jesús expulsa a los mercaderes del Templo. Su casa es casa de oración. Teniendo en cuenta que la Casa de Jesús es el mundo entero, que Él habita en nosotros, debemos expulsar el egoísmo, el ansia de poder, el amor al dinero, la injusticia...de nuestras vidas. Convertir nuestra existencia en una oración perpetua. Vivir conscientemente unidos a Él y viéndolo en todas las personas.
"La purificación del templo es un símbolo de esos procesos de purificación que todos debemos realizar continuamente para ir creciendo en el espíritu evangélico, y venciendo el espíritu mundano que de tantos modos nos seduce. A veces, nosotros mismos damos pasos para esa purificación, por medio de nuestros exámenes de conciencia personales y comunitarios, y del sacramento de la reconciliación; pero a veces, muy posiblemente, esos momentos de purificación llegan de manera inesperada, y podemos sentirnos violentados por ellos, en forma de críticas, correcciones u observaciones que se nos hacen y para las que no estábamos preparados. El látigo de Jesús nos golpea en ocasiones, y nos llama así a despertar, a reconocer con humildad lo que no está bien en nuestra vida, y a volver al buen camino.
Hoy celebramos la memoria de la presentación de la Virgen María en el templo. Es un anticipo de aquella otra presentación, la de Jesús recién nacido, y que es también la purificación de María. Si hasta María, que no tenía pecado, tuvo la humildad de someterse al rito de purificación, cuánto más nosotros, pecadores, no deberemos someternos con frecuencia a esa purificación a la que Jesús nos somete, a veces incluso dándonos unos azotes."
(José Mª Vegas cmf, Ciudad Redonda)
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