Os aseguro que, entre todos los hombres, ninguno ha sido más grande que Juan el Bautista; sin embargo, el más pequeño en el reino de los cielos es más grande que él.
Desde que vino Juan el Bautista hasta ahora, al reino de los cielos se le hace violencia, y los violentos pretenden acabar con él. Todos los profetas y la ley de Moisés anunciaron el reino hasta que vino Juan. Y, si queréis creerlo, Juan es el profeta Elías, que había de volver. Los que tienen oídos, oigan.
(Mt 11,11-15)
Juan clamaba en el desierto. Juan preparaba la venida de Jesús. Era la señal del cumplimiento de la voluntad de Dios. Nosotros debemos proclamar que Jesús ya está aquí. Y debemos hacerlo con nuestra vida. Una vida sencilla, una vida de Amor. Una vida de entrega en la que aparezcamos como los más pequeño en el Reino, porque el único que es grande es Jesús.
"En la vida perdemos a veces mucho tiempo mirando al pasado. Recordamos otros tiempos y nos parece siempre que fueron mejores. Había más… y podemos poner aquí muchas cosas que nos parece que hoy faltan. En realidad, es mentira. Lo que pasa es que la memoria nos juega una mala pasada y, sin darnos cuenta, nos hace seleccionar los recuerdos. Dejamos unos de lado –muchas veces los desagradables–. Y brillan con todo su esplendor lo que a nosotros nos parece ahora que era bueno. La verdad, la mera verdad, es que este mundo está siempre en cambio. Y que vivir de nostalgias a menudo nos paraliza para enfrentarnos a las situaciones que nos toca vivir hoy.
Jesús nos invita a vivir el presente. Hoy es cuando el Reino de Dios se está manifestando, se está haciendo realidad ante nuestros ojos. Hoy es cuando tenemos la oportunidad de hacer Evangelio con los que viven con nosotros, de crear fraternidad, de hacer justicia. Ese es el mensaje del Evangelio de hoy. Es un mensaje que nos ayuda a vivir en Adviento, a mirar hacia delante.
Con Jesús se inaugura un nuevo tiempo en la historia de la humanidad. La relación con Dios y la relación con nuestros hermanos y hermanas ya no es la misma que antes. En él se nos revela un Dios que es amor. Frente a él no hay temor sino amor, esperanza, misericordia. Ya no se puede seguir viviendo en el Antiguo Testamento. En Jesús el mundo nuevo ya está aquí. Es verdad, todavía no se ha manifestado del todo pero lo de antes ya ha pasado y Dios se ha hecho presente en nuestro mundo en Jesús como nunca antes lo había hecho.
Basta ya de nostalgias. No es verdad que cualquier tiempo pasado fuera mejor. Es en el presente donde tenemos que vivir. Y contamos con esa presencia nueva de Dios en nuestras vidas para construir el Reino, para ser más hermanos, para amar y perdonar como nunca antes se había hecho. Nos tenemos que hacer violencia a nosotros mismos para ir más allá de las apariencias y descubrir la novedad del Reino en nuestro mundo."
(Fernando Torres cmf, Ciudad Redonda)