miércoles, 22 de marzo de 2017

EL ESPÍRITU DE LA LEY


"No penséis que yo he venido a poner fin a la ley de Moisés y a las enseñanzas de los profetas. No he venido a ponerles fin, sino a darles su verdadero sentido.  Porque os aseguro que mientras existan el cielo y la tierra no se le quitará a la ley ni un punto ni una coma, hasta que suceda lo que tenga que suceder.  Por eso, el que quebrante uno de los mandamientos de la ley, aunque sea el más pequeño, y no enseñe a la gente a obedecerlos, será considerado el más pequeño en el reino de los cielos. Pero el que los obedezca y enseñe a otros a hacer lo mismo, será considerado grande en el reino de los cielos."

Este texto se ha asociado erróneamente al elogio del legalismo. Los fariseos cumplían la ley, la letra de la ley, pero olvidaban su espíritu. Jesús les dice a sus discípulos que el verdadero cumplimiento de la ley se base en los pequeños detalles. Estos detalles vienen dados por los dos mandamientos que Él consideró los más importantes: amar a Dios y amar al prójimo. Este amor es el que debe arropar la ley. No se trata, por ejemplo, de no matar, sino de amar al prójimo. El amor debe ser el compañero inseparable de la ley. Y el amor se demuestra en los detalles, en el espíritu de la ley. Por eso debemos enseñar a cumplir la ley amando.  



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