jueves, 6 de julio de 2017

EL PERDÓN DE LOS PECADOS


"Después de esto, Jesús subió a una barca, pasó al otro lado del lago y llegó a su propio pueblo.  Allí le llevaron un paralítico acostado en una camilla; y al ver Jesús la fe de aquella gente, dijo al enfermo:
– Ánimo, hijo, tus pecados quedan perdonados.
Algunos maestros de la ley pensaron:
- Lo que este dice es una ofensa contra Dios.
Pero como Jesús sabía lo que estaban pensando, les preguntó:
– ¿Por qué tenéis tan malos pensamientos? ¿Qué es más fácil, decir: ‘Tus pecados quedan perdonados’, o decir: ‘Levántate y anda’? Pues voy a demostraros que el Hijo del hombre tiene poder en la tierra para perdonar pecados.
Entonces dijo al paralítico:
– Levántate, toma tu camilla y vete a tu casa.
El paralítico se levantó y se fue a su casa. Al ver esto, la gente tuvo miedo y alabó a Dios por haber dado tal poder a los hombres."

Ayer veíamos a Jesús librando del mal a dos personas. El verdadero mal es el pecado. Y el pecado es no cumplir los mandamientos. Es decir, no amar a Dios y no amar al prójimo.
El pecado es el que nos paraliza. Por eso Jesús empieza por decirle al paralítico, tus pecados quedan perdonados. Los maestros de la ley se escandalizan. Jesús quiere demostrarles que es el pecado el que paraliza al hombre y que Él puede perdonarlos, que Él siempre perdona.
En nuestra sociedad muchos somos paralíticos. Ante las injusticias no actuamos. La "cristiana" Europa ve indiferente a los miles de emigrados y desplazados del mundo, sin movernos para acogerlos. Está claro que necesitamos el perdón de Dios. ¿Tenemos conciencia de que somos pecadores paralíticos?

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