viernes, 7 de julio de 2017

ALEGRÍA (sábado)


"Los seguidores de Juan el Bautista se acercaron a Jesús y le preguntaron:
– Nosotros y los fariseos ayunamos con frecuencia: ¿Por qué tus discípulos no ayunan?
Jesús les contestó:
– ¿Acaso pueden estar tristes los invitados a una boda mientras el novio está con ellos? Pero llegará el momento en que se lleven al novio, y entonces ayunarán.
Nadie remienda un vestido viejo con un trozo de tela nueva, porque lo nuevo encoge y tira del vestido viejo, y el desgarrón se hace mayor.  Tampoco se echa vino nuevo en odres viejos, porque los odres revientan, y tanto el vino como los odres se pierden. Por eso hay que echar el vino nuevo en odres nuevos, para que se conserven ambas cosas."

Hoy los que se quejan no son los fariseos como ayer, sino los seguidores de Juan. Ellos llevaban una vida muy austera y se escandalizan de la alegría de los discípulos de Jesús.
Pero, ¿Cómo pueden estar tristes si Jesús está con ellos? Los cristianos, muchas veces nos hemos creído que para seguir a Jesús hay que hacer mil privaciones, estar muy serio y huir de la alegría.
A Jesús se le sigue con el corazón. Y no son los ayunos los que nos cercan a Jesús, si estos ayunos no repercuten en aquellos que pasan hambre. La ascética no tiene sentido si no va acompañada de una mística. Es el amor el que nos hace seguidores de Jesús. Por eso un discípulo siempre ha de estar alegre. 




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