miércoles, 27 de septiembre de 2017

LA MISIÓN DEL DISCÍPULO


"Reunió Jesús a sus doce discípulos y les dio poder y autoridad para expulsar toda clase de demonios y sanar enfermedades. Los envió a anunciar el reino de Dios y a sanar a los enfermos. Les dijo:
– No llevéis nada para el camino: ni bastón ni bolsa ni pan ni dinero ni ropa de repuesto. En cualquier casa donde entréis, quedaos hasta que os vayáis del lugar. Y si en algún pueblo no os quieren recibir, salid de él y sacudíos el polvo de los pies, para que les sirva de advertencia. 
Salieron, pues, y fueron por todas las aldeas anunciando la buena noticia y sanando enfermos."

El discípulo es un seguidor. Y para seguir a Jesús debemos dejar todo lo que nos estorba, nos apega, nos ata y nos impide ser libres.
Nuestra misión es clara: anunciar el Reino. Y esto se hace expulsando los demonios (luchando contra el mal y la injusticia), sanado de todas las enfermedades. Cuidando del cuerpo y del espíritu de los demás. Este es el único poder y la única autoridad que Jesús da a sus seguidores. Todo otro poder y autoridad no viene de Él y es un estorbo. 

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