miércoles, 20 de septiembre de 2017

RESISTIRNOS A LA LUZ


"¿A qué compararé la gente de este tiempo? ¿A qué se parece? Se parece a los niños que se sientan a jugar en la plaza y gritan a sus compañeros: ‘Tocamos la flauta y no bailasteis; cantamos canciones tristes y no llorasteis.’ Porque vino Juan el Bautista, que ni come pan ni bebe vino, y decís que tiene un demonio. Luego ha venido el Hijo del hombre, que come y bebe, y decís que es un glotón y bebedor, amigo de gente de mala fama y de los que cobran los impuestos para Roma. Pero la sabiduría de Dios se demuestra por todos sus resultados."

Los hombres nos resistimos  a aceptar las virtudes de los otros. Juan Bautista llevaba una vida austera en el desierto y , en vez de admirarlo, decían que estaba endemoniado. Jesús, por el contrario, llevaba una vida normal, curando y amando a los demás, y lo acusan de glotón y bebedor.
Nosotros hacemos lo mismo. En el fondo no es más que una excusa para resistirnos a la luz. Al monje que se retira a la soledad, lo acusamos de apartarse de la realidad, de querer huir de los problemas de la vida, en vez de estar atentos a lo que quiere decirnos con su vida. Y a aquél otro, que dedica su vida a la acción, a defender al perseguido, a salvar al que corre peligro, que se entrega totalmente a los pobres, lo acusamos de no rezar, de faltarle vida espiritual. La vida de los demás nos interpela, pero como no queremos cambiar, como nos resistimos a la luz, nos empeñamos en ver solamente lo que pueda ser negativo. 


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