miércoles, 20 de diciembre de 2017

DIOS SE ENCARNA EN LA HUMILDAD


"A los seis meses envió Dios al ángel Gabriel a un pueblo de Galilea llamado Nazaret, a visitar a una joven virgen llamada María que estaba comprometida para casarse con un hombre llamado José, descendiente del rey David. El ángel entró donde ella estaba, y le dijo:
– ¡Te saludo, favorecida de Dios! El Señor está contigo.
Cuando vio al ángel, se sorprendió de sus palabras, y se preguntaba qué significaría aquel saludo. El ángel le dijo:
– María, no tengas miedo, pues tú gozas del favor de Dios. Ahora vas a quedar encinta: tendrás un hijo y le pondrás por nombre Jesús. Será un gran hombre, al que llamarán Hijo del Dios altísimo: y Dios el Señor lo hará rey, como a su antepasado David, y reinará por siempre en la nación de Israel. Su reinado no tendrá fin. 
María preguntó al ángel:
– ¿Cómo podrá suceder esto, si no vivo con ningún hombre? 
El ángel le contestó:
– El Espíritu Santo se posará sobre ti  y el poder del Dios altísimo se posará sobre ti como una nube. Por eso, el niño que va a nacer será llamado Santo e Hijo de Dios. También tu parienta Isabel, a pesar de ser anciana, va a tener un hijo; la que decían que no podía tener hijos está encinta desde hace seis meses. Para Dios no hay nada imposible. 
Entonces María dijo:
– Soy la esclava del Señor. ¡Que Dios haga conmigo como me has dicho!
Con esto, el ángel se fue."

Dios se quiere hacer hombre. Para ello no escoge una gran ciudad, sino un pequeño pueblo. No escoge una madre rica o noble. Escoge una campesina de un pequeño pueblo. Dios escoge para encarnarse, la humildad y la sencillez. Si queremos que Dios entre en nuestro corazón, sólo lo hará si tenemos un corazón humilde y sencillo. Como María debemos considerarnos esclavos del Señor. Sólo así descenderá a nuestro corazón. 
Lo mismo ocurre con la Iglesia. Dios sólo se encarnará en ella si es sencilla, humilde. Si es la casa que acoge a los pobres. ¿Cuándo sabremos desprendernos de todo lo que nos sobra?¿Cuándo seremos capaces de mostrarnos desnudos ante Dios? Él busca nuestra fidelidad. Nuestro sí humilde, como el de María.



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