miércoles, 11 de abril de 2018

¿OSCURIDAD O LUZ?


"Tanto amó Dios al mundo, que dio a su Hijo único, para que todo aquel que cree en él no muera, sino que tenga vida eterna. Porque Dios no envió a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para salvarlo.
El que cree en el Hijo de Dios no está condenado; pero el que no cree, ya ha sido condenado por no creer en el Hijo único de Dios. Los que no creen ya han sido condenados, pues, como hacían cosas malas, cuando la luz vino al mundo prefirieron la oscuridad a la luz. Todos los que hacen lo malo odian la luz, y no se acercan a ella para que no se descubra lo que están haciendo. Pero los que viven conforme a la verdad, se acercan a la luz para que se vea que sus acciones están de acuerdo con la voluntad de Dios."

Jesús sigue su diálogo con Nicodemo. Nos dice que debemos escoger entre la luz y las tinieblas. En seguir al Espíritu y la voluntad de Dios.
Koinonia hace este interesante comentario:
 "El juicio que Dios plantea al mundo nada tiene que ver con las ideas extrañas, violentas y de película de Hollywood que hemos fijado en el imaginario personal y comunitario. Dios establece el juicio de manera clara y sencilla. El Evangelio de hoy lo deja claro: “El juicio consiste en esto: que la luz vino al mundo, y los hombres prefirieron las tinieblas a la luz”. Entonces el juicio se resuelve en sabernos ubicar en la historia: si vivimos según el instinto o si lo hacemos según el Espíritu. Esto nos hace definirnos en la historia de manera clara. Estar de parte de Dios y de su obra exige ubicarnos del lado del Espíritu, caminar en la lógica del Espíritu y ser fiel al Espíritu que es el mismo Cristo crucificado-resucitado. La experiencia de conversión se va verificando en la vida del creyente a medida que entra en una lógica comunitaria y de solidaridad. La invitación es a dejarnos tocar por Dios, para que comencemos a vivir como Jesús." 


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