sábado, 2 de febrero de 2019

LA PRESENTACIÓN


"Cuando se cumplieron los días en que ellos debían purificarse según manda la ley de Moisés, llevaron al niño a Jerusalén para presentarlo al Señor. Lo hicieron así porque en la ley del Señor está escrito: “Todo primer hijo varón será consagrado al Señor.” Fueron, pues, a ofrecer en sacrificio lo que manda la ley del Señor: un par de tórtolas o dos pichones. 
En aquel tiempo vivía en Jerusalén un hombre llamado Simeón. Era un hombre justo, que adoraba a Dios y esperaba la restauración de Israel. El Espíritu Santo estaba con él y le había hecho saber que no moriría sin ver antes al Mesías, a quien el Señor había de enviar. Guiado por el Espíritu Santo, Simeón fue al templo. Y cuando los padres del niño Jesús entraban para cumplir con lo dispuesto por la ley, Simeón lo tomó en brazos, y alabó a Dios diciendo:
- Ahora, Señor, tu promesa está cumplida:
ya puedes dejar que tu siervo muera en paz.  
Porque he visto la salvación
que has comenzado a realizar
ante los ojos de todas las naciones, 
la luz que alumbrará a los paganos 
y que será la honra de tu pueblo Israel. 
El padre y la madre de Jesús estaban admirados de lo que Simeón decía acerca del niño. Simeón les dio su bendición, y dijo a María, la madre de Jesús:
– Mira, este niño está destinado a hacer que muchos en Israel caigan y muchos se levanten. Será un signo de contradicción que pondrá al descubierto las intenciones de muchos corazones. Pero todo esto va a ser para ti como una espada que te atraviese el alma.
También estaba allí una profetisa llamada Ana, hija de Penuel, de la tribu de Aser. Era muy anciana. Se había casado siendo muy joven y vivió con su marido siete años; pero hacía ya ochenta y cuatro que había quedado viuda. Nunca salía del templo, sino que servía día y noche al Señor, con ayunos y oraciones. Ana se presentó en aquel mismo momento, y comenzó a dar gracias a Dios y a hablar del niño Jesús a todos los que esperaban la liberación de Jerusalén.
Cuando ya habían cumplido con todo lo que dispone la ley del Señor, regresaron a Galilea, a su pueblo de Nazaret. Y el niño crecía y se hacía más fuerte y más sabio, y gozaba del favor de Dios."


Celebramos hoy la Presentación de Jesús en el Templo. Sus padres cumplen con la ley. Pero Jesús sigue presentándose a todos los hombres. Nosotros, como Simeón y Ana debemos acogerlo. Él es la Luz que viene a iluminarnos. Por eso hoy también es la fiesta de la Luz. Nosotros debemos ayudar a presentar a Jesús a todo la humanidad. Debemos ser sus testigos.
 "La presentación del pequeño Jesús en el templo de Jerusalén para la purificación de la madre y ofrecimiento del primogénito a Dios, está rodeada de un gran simbolismo. En primer lugar el Templo, el portentoso Templo símbolo del poder de Dios, lugar de la presencia divina, punto de encuentro y de identidad nacional. Tórtolas y pichones eran la ofrenda de los pobres que no tenían medios económicos para ofrecer novillos o corderos. Simeón y Ana, dos viejos con fe, que a pesar de las evidencias mantienen firme sus esperanzas en la venida del Mesías, del ungido y enviado de Dios para liberar al pueblo de Israel de toda clase de opresión. Qué tiempo tan luminoso. Por eso, hoy celebramos la "fiesta de las candelas", la Candelaria. Razón por la cual, Jesús es presentado como luz que alumbra a toda la humanidad. Celebramos también el día de la Vida Religiosa, los religiosos y religiosas, los monasterios, los conventos, las comunidades religiosas... Deseemos que sea fiel y fecunda en su misión apostólica." (Koinonía) 


1 comentario:

  1. "Quan es van complir els dies en què ells havien de purificar-segons mana la Llei de Moisès, van portar al nen a Jerusalem per presentar-lo al Senyor. Ho van fer així perquè en la llei del Senyor està escrit:" Tot primer fill home serà consagrat al Senyor. " Van ser, doncs, a oferir en sacrifici el que mana la llei del Senyor: un parell de tórtores o dos colomins.
    En aquell temps vivia a Jerusalem un home que es deia Simeó. Era un home just, que adorava l'únic Déu i esperava la restauració d'Israel. L'Esperit Sant estava amb ell i li havia fet saber que no moriria sense veure abans el Messies, a qui el Senyor havia d'enviar.

    ResponderEliminar