lunes, 7 de octubre de 2019

SER PRÓJIMO


"Un maestro de la ley fue a hablar con Jesús, y para ponerle a prueba le preguntó:
– Maestro, ¿qué debo hacer para alcanzar la vida eterna? 
Jesús le contestó:
– ¿Qué está escrito en la ley? ¿Qué lees en ella?
El maestro de la ley respondió:
– Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas y con toda tu mente; y ama a tu prójimo como a ti mismo. 
Jesús le dijo:
– Bien contestado. Haz eso y tendrás la vida. 
Pero el maestro de la ley, queriendo justificar su pregunta, dijo a Jesús:
– ¿Y quién es mi prójimo? 
Jesús le respondió:
– Un hombre que bajaba por el camino de Jerusalén a Jericó fue asaltado por unos bandidos. Le quitaron hasta la ropa que llevaba puesta, le golpearon y se fueron dejándolo medio muerto. Casualmente pasó un sacerdote por aquel mismo camino, pero al ver al herido dio un rodeo y siguió adelante. Luego pasó por allí un levita, que al verlo dio también un rodeo y siguió adelante. Finalmente, un hombre de Samaria que viajaba por el mismo camino, le vio y sintió compasión de él. Se le acercó, le curó las heridas con aceite y vino, y se las vendó. Luego lo montó en su propia cabalgadura, lo llevó a una posada y cuidó de él. Al día siguiente, el samaritano sacó dos denarios, se los dio al posadero y le dijo: ‘Cuida a este hombre. Si gastas más, te lo pagaré a mi regreso.’ Pues bien, ¿cuál de aquellos tres te parece que fue el prójimo del hombre asaltado por los bandidos?
El maestro de la ley contestó:
– El que tuvo compasión de él. 
Jesús le dijo:
– Ve, pues, y haz tú lo mismo."

Jesús deja retratados, en esta parábola, a los "creyentes" oficiales y el samaritano, un "enemigo", lo presenta como el modelo de prójimo. 
Ante los inmigrantes, las pateras, los que cruzan el desierto...nosotros, como el sacerdote y el levita, miramos hacia otro lado. Tenemos otras obligaciones. Pensamos que vienen a complicarnos la vida y los rechazamos. Para Jesús, acoger al otro, curarlo, dedicarle nuestra vida, es la forma de alcanzar la vida eterna. Si queremos seguirlo, nuestro modelo debe ser el samaritano, no el sacerdote y el levita.
"El relato comienza con una pregunta a Jesús ¿Qué he de hacer para recibir en herencia la vida eterna? La respuesta de Jesús está orientada al querer de Dios, amar a Dios implica una responsabilidad con el prójimo. Para los judíos el prójimo era el que pertenecía a un clan próximo a lazos de raza o de sangre. Jesús ilustra su respuesta con una situación límite, un hombre a punto de morir que necesita ayuda, y que darle la mano implicaba poner en riesgo la propia vida corriendo la misma suerte del hombre asaltado y cambiar los planes de viaje en pleno desierto. Los dos primeros viajeros pasaron de largo. El tercer viajero actúa de manera ejemplar, pone todos los bienes que tiene a disposición: tiempo, dinero, cabalgadura y rompe con las diferencias con los judíos. Es decir, el samaritano ayuda al enemigo y tiene compasión. El prójimo es el que se hace solidario en situaciones que menguan la vida. ¿De qué personas me he hecho samaritano?" (Koinonía) 

1 comentario:

  1. Maestro, ¿qué debo hacer para alcanzar la vida eterna?
    Jesús le contestó:
    – ¿Qué está escrito en la ley? ¿Qué lees en ella?
    El maestro de la ley respondió:
    – Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas y con toda tu mente; y ama a tu prójimo como a ti mismo.
    Jesús le dijo:
    – Bien contestado. Haz eso y tendrás la vida.
    Pero el maestro de la ley, queriendo justificar su pregunta, dijo a Jesús:
    – ¿Y quién es mi prójimo?
    Jesús le respondió:
    – Un hombre que bajaba por el camino de Jerusalén a Jericó fue asaltado por unos bandidos. Le quitaron hasta la ropa que llevaba puesta, le golpearon y se fueron dejándolo medio muerto. Casualmente pasó un sacerdote por aquel mismo camino, pero al ver al herido dio un rodeo y siguió adelante. Luego pasó por allí un levita, que al verlo dio también un rodeo y siguió adelante. Finalmente, un hombre de Samaria que viajaba por el mismo camino, le vio y sintió compasión de él. Se le acercó, le curó las heridas con aceite y vino, y se las vendó. Luego lo montó en su propia cabalgadura, lo llevó a una posada y cuidó de él. Al día siguiente, el samaritano sacó dos denarios, se los dio al posadero y le dijo: ‘Cuida a este hombre. Si gastas más, te lo pagaré a mi regreso.’ Pues bien, ¿cuál de aquellos tres te parece que fue el prójimo del hombre asaltado por los bandidos?
    El maestro de la ley contestó:
    – El que tuvo compasión de él.
    Jesús le dijo:
    – Ve, pues, y haz tú lo mismo."

    ResponderEliminar