sábado, 18 de enero de 2020

EL ANACORETA Y EL ESCARABAJO PELOTERO


Estaban sentados ambos solitarios bajo la palmera, cuando el discípulo señaló a su maestro:
- Mira, un escarabajo pelotero.
Se quedaron ambos mirando cómo arrastraba la gran pelota de excrementos. Tras un rato, el Anacoreta dijo al discípulo:
- Observa al escarabajo, ¿recuerdas lo que dijimos ayer del perdonar y del olvidar?
- Sí - respondió el joven - pero no veo la relación con el escarabajo pelotero.
Rio el solitario, como tantas veces hacía, y se explicó:
- Te dije que no podemos olvidar las ofensas. Pero podemos recordarlas de forma diferente. El que, aunque diga que lo ha hecho, no ha perdonado, arrastra esas ofensa como el escarabajo. Pasa toda su vida atado a sus excrementos. El que realmente perdona, guarda las ofensas como trofeos. Para él son dificultades que le han ayudado a crecer. En cambio, para el que no perdona, siempre serán una carga maloliente.
Y siguieron los dos descansando tranquilamente bajo la palmera...

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