jueves, 16 de enero de 2020

EL ANACORETA Y LA PEQUEÑA MARIPOSA


En el desierto no hay muchas mariposas. Quizá la empujó el viento o quizá llegó desorientada; pero un día apareció una pequeña mariposa. Llegó exhausta. Libó un poco de agua en la fuente y se posó sobre uno de los pocos arbustos que rodeaban la cueva. Allí depositó un huevo y murió.
Los dos solitarios contemplaron, cómo al transcurrir el tiempo, de aquel huevo salió un pequeño gusano, que fue creciendo a medida que se alimentaba de las hojas del arbusto. Un día se envolvió en una secreción y se transformó en crisálida. Así permaneció varios meses. Hasta que un día, la crisálida se abrió y apareció una pequeña mariposa, que tras beber de la fuente y del néctar de una de las pocas flores del arbusto, desapareció empujada por el viento del desierto...
El Anacoreta reflexionó:
- Morimos varias veces a lo largo de la vida. De hecho VIVIR es morir. Y tras cada "muerte" hay una renovación. Para renovar, antes hay que destruir. Hemos de abandonar muchas cosas para VIVIR.
Miró al discípulo y siguió:
- Aquel que sólo busca sobrevivir, en realidad, está cerrando el acceso a la VIDA y queda definitivamente muerto. La "muerte" nos prepara el espacio que necesita la VIDA.
Suspiró el discípulo y dijo a su Maestro:
- Por eso hay tanto muerto deambulando por el mundo.....
Y se pusieron ambos a recordar las veces que habían tenido que "morir" en su vida para VIVIR...  

2 comentarios:

  1. En el desierto no hay muchas mariposas. Quizá la empujó el viento o quizá llegó desorientada; pero un día apareció una pequeña mariposa. Llegó exhausta. Libó un poco de agua en la fuente y se posó sobre uno de los pocos arbustos que rodeaban la cueva. Allí depositó un huevo y murió.
    Los dos solitarios contemplaron, cómo al transcurrir el tiempo, de aquel huevo salió un pequeño gusano, que fue creciendo a medida que se alimentaba de las hojas del arbusto. Un día se envolvió en una secreción y se transformó en crisálida. Así permaneció varios meses. Hasta que un día, la crisálida se abrió y apareció una pequeña mariposa, que tras beber de la fuente y del néctar de una de las pocas flores del arbusto, desapareció empujada por el viento del desierto...
    El Anacoreta reflexionó:
    - Morimos varias veces a lo largo de la vida. De hecho VIVIR es morir. Y tras cada "muerte" hay una renovación. Para renovar, antes hay que destruir. Hemos de abandonar muchas cosas para VIVIR.
    Miró al discípulo y siguió:
    - Aquel que sólo busca sobrevivir, en realidad, está cerrando el acceso a la VIDA y queda definitivamente muerto. La "muerte" nos prepara el espacio que necesita la VIDA.
    Suspiró el discípulo y dijo a su Maestro:
    - Por eso hay tanto muerto deambulando por el mundo.....
    Y se pusieron ambos a recordar las veces que habían tenido que "morir" en su vida para VIVIR...

    ResponderEliminar
  2. Muchas gracias. ¡QUIERO VIVIR!, por eso le digo a Dios, que me acompañe en las pequeñas muertes de cada día.

    ResponderEliminar