jueves, 23 de mayo de 2024

LA EUCARISTÍA DE LA UNIDAD

 

El primer día de los Ácimos, cuando se sacrificaba el cordero pascual, mientras comían, Jesús tomó pan, y pronunciando la bendición, lo partió y se lo dio diciendo:
«Tomad, esto es mi cuerpo».
Después tomó el cáliz, pronunció la acción de gracias, se lo dio y todos bebieron. Y les dijo:
«Esta es mi sangre de la alianza, que es derramada por muchos. En verdad os digo que no volveré a beber del fruto de la vid hasta el día que beba el vino nuevo en el reino de Dios».

Cada celebración de la misa, repetimos lo que Jesús hizo en el Última Cena. Antes de entregarse totalmente en la cruz para nuestra salvación, se nos entregó en el pan y en el vino, para que lo recordemos cada día. El sacerdocio de Jesús no es como el de los diferentes sacerdotes de las religiones. Él es el único y verdadero sacerdote. Su muerte fue la ceremonia que nos salvó a todos. La Eucaristía nos une a esta ceremonia. Nos une a Jesús y nos une a todos entre nosotros. 

"El primer jueves siguiente a la celebración de la Solemnidad de Pentecostés se celebra la festividad de Jesucristo, Sumo y Eterno Sacerdote, tanto en España, como en algunos otros países, aunque aún no está elevada aún a festividad universal. La fiesta de Jesucristo, Sumo y Eterno Sacerdote, fue introducida en España en 1973.
Las dos primeras lecturas que se ofrecen para elegir nos recuerdan que Dios es fiel, y cumple siempre su alianza. Tanto Jeremías como el autor de la Carta a los Hebreos insisten en ello. Yo seré su Dios y ellos serán mi pueblo. La cercanía al Señor, insuflada desde pequeñitos, para que no haya nunca distancia entre el hombre y Dios. Además, el segundo texto nos recuerda que no me acordaré ya de sus pecados ni de sus crímenes. Con la Ley en el corazón, cumpliéndola siempre, y acogiéndonos a su misericordia, cuando algo va mal. Que para eso Jesús es el Sumo Sacerdote, mediador entre Dios y nosotros, sus hermanos.
La mejor señal de esa Alianza es la vida del mismo Jesús. Y, sobre todo, el sacramento de la Eucaristía. El pan y el vino, convertido en el Cuerpo y la Sangre de Cristo, la nueva y definitiva Alianza. Recibir ese Cuerpo y esa Sangre es la mejor manera de incorporarse a esa nueva Alianza. Lo podemos hacer cada día, para renovar esa Alianza a la que estamos invitados desde siempre.
Es un buen día para orar por la santidad de los sacerdotes, y todos podemos rezar con esta oración."
(Alejandro Carbajo cmf, Ciudad Redonda)

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