domingo, 14 de septiembre de 2025

NUESTRA CRUZ

 

Nadie ha subido al cielo sino el que bajó del cielo, el Hijo del hombre. Y así como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así también el Hijo del hombre ha de ser levantado, para que todo el que cree en él tenga vida eterna.
Tanto amó Dios al mundo, que dio a su Hijo único, para que todo aquel que cree en él no muera, sino que tenga vida eterna. Porque Dios no envió a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para salvarlo.
(Jn 3,13-17)

Los cristianos tenemos como símbolo la cruz. Jesús nos salva muriendo en la cruz. Es su entrega total. Es la señal del Amor de Dios que nos entrega a su Hijo para salvarnos.
Nuestra cruz es nuestra entrega. Tomar la cruz no es hacer penitencia, padecer. Tomar la cruz es entregar nuestra vida amando a los demás. Ese amor total hacia todo el mundo, es nuestra cruz.
 
"La Cruz, como bien sabemos son las contradicciones, las desgracias, la enfermedad, la incomprensión, la pobreza, el que no seamos considerados por los demás, el que nos traicionen los amigos, el que hablen mal de nosotros, la calumnia, la injusticia, el que se burlen de nosotros por ser cristianos, porque vamos a Misa, o rezamos el rosario. Esta retahíla de cosas es evidente que en sí mismas, no son más que desgracias. Pero en la vida de un cristiano ni lo que los hombres llamamos “dichas”, ni lo que los hombres llamamos “desgracias”, se quedan solo en eso. En la vida de un cristiano, todo son “bendiciones”. Porque lo uno y lo otro al cristiano le sirve siempre para que -uniéndose a la Cruz de Cristo- ofreciendo todas las cosas por la redención de los pecados suyos y de todos los hombres, sirva para “elevarlo” para “tener vida eterna”.
En realidad, ésta es la alegría del cristiano. El no creyente, el ateo, el agnóstico tiene la peor de todas las desgracias, aunque fuera el hombre más rico del mundo, gozara de la salud más envidiable o estuviera rodeado de todos los placeres imaginables, porque quien no cree en Dios, desconoce el auténtico sentido de la vida. Y esto sucede especialmente cuando aparece en la vida del hombre -que siempre aparece, aunque Dios sea bueno- el dolor, la contradicción, la enfermedad, la incomprensión o la desgracia en general. Entonces su “alegría” queda truncada, porque no encuentra sentido a la vida. Por eso, la señal del cristiano es la santa Cruz, es decir, la alegría del cristiano es la santa Cruz. Y por eso hoy la Iglesia celebra la exaltación de la santa Cruz, con una fiesta digna de ser proclamada a los cuatro vientos.
Hoy miramos especialmente a la cruz. Y nos duele el dolor de nuestros hermanos, que siguen siendo ajusticiados injustamente. Nos comprometemos para que nadie, nunca, vuelva a ser asesinado en una cruz, en cualquier cruz. Y sentimos que esta historia de violencia fratricida continúe bajo las más diversas excusas. Por eso, seguimos mirando a la cruz. Porque en ella encontramos la esperanza para seguir, como Jesús, proclamando la buena nueva del reino, que es posible vivir de otra manera, en fraternidad, en paz. Y seguimos intentando curar heridas, reconciliar, ser misericordiosos, porque no otra cosa es ser discípulos de Jesús, el que murió en la cruz, el que resucitó."
(Alejandro Carbajo cmf, Ciudad Redonda)




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