martes, 26 de abril de 2011

SALA DE ESPERA


A causa de mi trabajo me toca pasar largos ratos en las salas de espera. Últimamente vuelvo a frecuentar las de radioterapia y oncología. Cuando lo comento, siempre hay quien no lo entiende, pero esas salas de espera son para mi una terapia de optimismo. Como las horas de radio suelen ser fijas, coinciden el mismo grupo de enfermos y familiares.  Por el tipo de enfermedad, la mayoría de ellos con pronóstico incierto, uno esperaría una sala triste, caras largas...Todo lo contrario. Han establecido entre ellos una buena relación y al acabar las sesiones se pasan los números de teléfono. Ríen y cuentan chistes. Se explican qué remedios les van mejor para los efectos secundarios. Nadie diría, que más de uno sabe que el tratamiento que le hacen es de resultados inciertos.
Ya sé. Me diréis que la procesión va por dentro...Más mérito aún. ¿Es que no recordamos nuestro mal humor por un dolor de muelas o una simple gripe?
En esos grupos suele haber una persona a la que llamo el "ángel del hospital". La que sabe comunicar más paz y alegría y tiene la palabra justa para el que ve deprimido. Y quizá él es el más grave del grupo...
Siempre vuelvo de esas salas de espera con más ganas de vivir y considerándome imbécil por preocuparme por las cuatro tonterías que me suceden a mi... 

7 comentarios:

  1. Estic d'acord amb tu, i també tinc aquesta sensació en els hospitals, tant si hi vaig com a pacient com a acompanyant. Crec que els llaços d'amistat són propiciats per saber que l'altre està passant el mateix que tu, que hi pots parlar amb tota llibertat perquè t'entendrà, sense sentir les paraules piadoses de qui vol treure importància al cas o se sent incòmode parlant-ne... A més, en aquests llocs gairebé et fas amiga de la mort, o la veus sense el vel de terror a què estem acostumats. Sí, malgrat que no és un lloc agradable, sí que és una gran font d'aprenentatge vital.
    Una abraçada.

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  2. Hola Joan Josep:

    Si que te comprendo si.

    Pues estas esperas dan lugar a encuentros entre personas que ni se conocían y muchas veces son terapéuticas.

    Una abraçada, Montserrat

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  3. Esto de los hospitales es un mundo aparte. Trabajo en el turno de noche de una UCP (Unidad de Cuidados Paliativos). Lo normal es que nos ingresen enfermos con cáncer en los que ha fracasado la quimio y la radio.

    La estancia del enfermo en estos tipos de unidades es de tres a seis meses, lo máximo que hemos llegado a estar con algunos enfermos ha sido cinco meses, os digo esto porque en cinco meses llegas a implicarte mucho con el enfermo y con la familia, hasta el punto de llegar a establecer con ellos una relación que a veces ha llegado a las lágrimas en el momento del éxitus, el éxitus no es otra cosa que la salida.

    Tuvimos una vez un enfermo que ingrsó con un cáncer de próstata, tenía 61 años. Cuando le hicimos el ingrso dijo: "Buenas noches, me llamo..., tengo 61 años y soy arquitecto; digo que soy arquitecto porque hoy soy arquitecto, aunque mañana no lo sea. Tenía un libro en la mano, le pregunté que estaba leyendo. Dijo: es la Biblia, cuando era joven quería ser sacerdote o arquitecto, pero me decanté por la arquitectura porque no llevaba bien el noveno mandamiento. Lo he pasado muy bien en este mundo, y ahora que le voy a dejar, le he prometido al Señor que antes de marcharme leeré la Biblia. Todas las noches, desde lo que más tarde sería su lecho de muerte, nos comentaba algún versículo de la Biblia. Era un placer para los oídos charlar con él, su alegría, su optimismo, ese saber estar a la altura de las circunstancias. Toda una lección para preparar el último equipaje de un viaje que nos llevará a tierras lejanas, y esta vez sin billete de vuelta. Descanse en paz. Amén.

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  4. Acostumem a queixar-nos de qualsevol cosa que ens passi, encara que sigui petita i, de vegades, ens enfonsem per ben poca cosa. Però de cop i volta, mirem enrera i sempre veiem algú que està més malament. Aleshores ens marxen les neures ràpidament i ens fan vergonya les queixes d'abans, tot i que penso que som humans i cadascú se sent del seu...
    És veritat que a les sales d'espera dels hospitals s'estableix una mena de complicitat entre els malats, sobretot si pateixen la mateixa malatia. Tothom es solidaritza amb tothom, és fan intercanvis de símptomes i remeis i durant una estona els malats senten que no són una excepció i que d'altres es troben en la mateixa situació. Suposo que a l'arribar a casa la realitat del dia a dia és fa més suportable.
    La meva admiració per totes les persones que d'una manera altruïsta intenten fer la vida més agradable als que pateixen, sobretot als que estan al final del camí humanament parlant.
    UNa abraçada,
    M. Roser

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  5. Coincido contigo, nada como una sala de espera para comprender lo imbéciles que somos en ocasiones. Horas en las que se hace verdadera filosofia... bueno, no todos, hay quien se atonta más.
    Más laborioso y largo de lo esperado, con más tamaño y un trabajo delicado pero, con magnicos resultados. Estaba a las 8 de la tarde con un humor de perros¡¡ es decir; proteston como su madre.
    Un beso, contento

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  6. Es verdad que el tiempo de espera en los hospitales da para mucho y se pueden aprender muchas cosas en esos momentos. Hubo un tiempo en el que decía que sería bueno que todo el mundo pasara un tiempo por algún hospital

    Un abrazo de buenas noches

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  7. Y.. ..se repite que es el que está muy enfermo el que anima a los demás....Milagro,esperanza,amor?
    Besucos

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