sábado, 5 de noviembre de 2016

DIOS O EL DINERO


"Os aconsejo que uséis las riquezas de este mundo malo para ganaros amigos, para que cuando esas riquezas se acaben haya quien os reciba en las moradas eternas.
El que se porta honradamente en lo poco, también se porta honradamente en lo mucho; y el que es deshonesto en lo poco, también es deshonesto en lo mucho. De manera que, si con las riquezas de este mundo malo no os portáis honradamente, ¿quién os confiará las verdaderas riquezas? Y si no os portáis honradamente con lo ajeno, ¿quién os dará lo que os pertenece?
Ningún criado puede servir a dos amos, porque odiará a uno y querrá al otro, o será fiel a uno y despreciará al otro. No se puede servir a Dios y al dinero.
Los fariseos, que eran amigos del dinero, al oír estas cosas se burlaban de Jesús. Él les dijo:
- Vosotros pasáis por buenos delante de la gente, pero Dios conoce vuestros corazones; y lo que los hombres tienen por más elevado, Dios lo aborrece."

El texto de hoy es la conclusión del de ayer. Jesús nos dice que hemos de hacer amigos con las riquezas. Y añade algo más: no se puede servir a Dios y al dinero. Los fariseos se ríen, no sólo porque les gustaba el dinero, sino porque para los judíos la riqueza era señal de tener el favor de Dios. Sin embargo Jesús lo pone en una disyuntiva; sólo podemos escoger uno de los dos. O lo que es lo mismo, considera toda riqueza injusta. lo que tenemos nosotros de más, a otros les falta.
Por desgracia no hemos hecho caso de estas palabras y hemos montado nuestra sociedad sobre las riquezas. En el atesorar, no en el compartir. Y la misma Iglesia ha caído en este defecto. Creemos que sin dinero no podemos hacer el bien. Olvidamos que Jesús no tenía dónde reclinar la cabeza. Los fundadores de las Congregaciones religiosas lo hicieron partiendo de la pobreza. ¿Qué hemos hecho de su espíritu?


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