jueves, 8 de noviembre de 2018

UN DIOS QUE BUSCA


"Todos los que cobraban impuestos para Roma, y otras gentes de mala fama, se acercaban a escuchar a Jesús. Y los fariseos y maestros de la ley le criticaban diciendo:
–Este recibe a los pecadores y come con ellos. 
Entonces Jesús les contó esta parábola:
- ¿Quién de vosotros, si tiene cien ovejas y pierde una de ellas, no deja las otras noventa y nueve en el campo y va en busca de la oveja perdida, hasta encontrarla? Y cuando la encuentra la pone contento sobre sus hombros, y al llegar a casa junta a sus amigos y vecinos y les dice: ‘¡Felicitadme, porque ya he encontrado la oveja que se me había perdido!’ Os digo que hay también más alegría en el cielo por un pecador que se convierte, que por noventa y nueve justos que no necesitan convertirse.
O bien, ¿qué mujer que tiene diez monedas y pierde una, no enciende una lámpara y barre la casa y busca con cuidado hasta encontrarla? Y cuando la encuentra reúne a sus amigas y vecinas y les dice: ‘¡Felicitadme, porque ya he encontrado la moneda que había perdido!’ Os digo que así también hay alegría entre los ángeles de Dios por un pecador que se convierte."

Hoy Jesús nos presenta a ese Dios que lo hace todo para encontrar la oveja perdida o la moneda extraviada. Un Dios muy diferente del que nos está mirando siempre para hacernos pagar el mínimo error. Dios es el Dios de los pequeños, de los extraviados. Es Amor que no cesa hasta encontrarnos.
A Jesús lo criticaban porque se rodeaba de pecadores. Como si se nos ocurriera criticar al médico que está con los enfermos. Él es Amor y busca y está cerca de los que necesitan Amor. Que los pecadores sepamos reconocerlo, es la alegría del Reino. 



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