sábado, 21 de diciembre de 2019

VIENE EL AMADO



"¡Ya viene mi amado!
¡Ya escucho su voz!
Viene saltando sobre los montes,
viene saltando por las colinas.
Mi amado es como un corzo,
como un cervatillo.
¡Aquí está ya, tras la puerta,
asomándose a la ventana,
espiando a través de la reja!
Mi amado me dijo:
Levántate, amor mío;
anda, cariño, vamos.
¡Mira! El invierno ha pasado
y con él se han ido las lluvias.
Ya han brotado flores en el campo,
ya ha llegado el tiempo de cantar, 
ya se escucha en nuestra tierra
el arrullo de las tórtolas.
Ya tiene higos la higuera,
y los viñedos esparcen su aroma.
Levántate, amor mío;
anda, cariño, vamos.
Paloma mía que te escondes en las rocas,
en altos y escabrosos escondites,
deja que mire tu rostro,
deja que escuche tu voz.
Porque mirarte es grato,
y escucharte, delicioso." 
"La primavera es una explosión de vida y de amor; ambos caminan juntos porque son como extensiones de Dios mismo. Las Escrituras revelan que Dios es la vida y el amor. Él es nuestra fuente y vivimos vinculados a él. Cuando decimos que Dios es amor expresamos que las distintas expresiones del genuino amor humano manifiestan la vida divina entre nosotros; amamos y somos amados desde la cuna hasta la tumba. El amor motiva a crecer y a ser personas orientadas hacia la felicidad. El amor nos saca de nosotros mismos y nos lanza en busca del otro. También el enamoramiento y el deseo de la pareja expresan el anhelo de crecer, de transformarse en bien para la persona amada. Esa dinámica es la que experimentamos en el mensaje de hoy. El poeta del Cantar exalta el amor de los enamorados y el evangelio la fe en la vida que sella la fidelidad del amor de Dios. ¿Somos apasionados de la vida? ¿Es vital el amor para nosotros? ¿Vivimos de, en y para Dios?" (Koinonía) 

1 comentario:

  1. "¡Ya viene mi amado!
    ¡Ya escucho su voz!
    Viene saltando sobre los montes,
    viene saltando por las colinas.
    Mi amado es como un corzo,
    como un cervatillo.
    ¡Aquí está ya, tras la puerta,
    asomándose a la ventana,
    espiando a través de la reja!
    Mi amado me dijo:
    Levántate, amor mío;
    anda, cariño, vamos.
    ¡Mira! El invierno ha pasado
    y con él se han ido las lluvias.
    Ya han brotado flores en el campo,
    ya ha llegado el tiempo de cantar,
    ya se escucha en nuestra tierra
    el arrullo de las tórtolas.
    Ya tiene higos la higuera,
    y los viñedos esparcen su aroma.
    Levántate, amor mío;
    anda, cariño, vamos.
    Paloma mía que te escondes en las rocas,
    en altos y escabrosos escondites,
    deja que mire tu rostro,
    deja que escuche tu voz.
    Porque mirarte es grato,
    y escucharte, delicioso."
    "La primavera es una explosión de vida y de amor; ambos caminan juntos porque son como extensiones de Dios mismo. Las Escrituras revelan que Dios es la vida y el amor. Él es nuestra fuente y vivimos vinculados a él. Cuando decimos que Dios es amor expresamos que las distintas expresiones del genuino amor humano manifiestan la vida divina entre nosotros; amamos y somos amados desde la cuna hasta la tumba. El amor motiva a crecer y a ser personas orientadas hacia la felicidad. El amor nos saca de nosotros mismos y nos lanza en busca del otro. También el enamoramiento y el deseo de la pareja expresan el anhelo de crecer, de transformarse en bien para la persona amada. Esa dinámica es la que experimentamos en el mensaje de hoy. El poeta del Cantar exalta el amor de los enamorados y el evangelio la fe en la vida que sella la fidelidad del amor de Dios. ¿Somos apasionados de la vida? ¿Es vital el amor para nosotros? ¿Vivimos de, en y para Dios?" (Koinonía)

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