martes, 30 de marzo de 2021

JESÚS TRAICIONADO

 


En aquel tiempo, Jesús, profundamente conmovido, dijo: Os aseguro que uno de vosotros me va a entregar.
Los discípulos se miraron unos a otros perplejos, por no saber de quién lo decía. Uno de ellos, al que Jesús tanto amaba, estaba a la mesa a su derecho. Simón Pedro le hizo señas para que averiguase por quién lo decía. Entonces el, apoyándose en el pecho de Jesús, le pregunto Señor: ¿quién es?
Le contestó Jesús: Aquél a quien yo le dé este trozo de pan untado. Y untando el pan se lo dio a Judas, hijo de Simón el Iscariote. Detrás del pan, entró en él Satanás. Entonces Jesús le dijo: Lo que tienes que hacer hazlo en seguida.
Ninguno de los comensales entendió a qué se refería. Como Judas guardaba la bolsa, algunos suponían que Jesús le encargaba comprar lo necesario para la fiesta o dar algo a los pobres.
Judas, después de tomar el pan, salió inmediatamente. Era de noche. Cuando salió dijo Jesús: Ahora es glorificado el Hijo del Hombre y Dios es glorificado en él (Si Dios es glorificado en el, también Dios lo glorificará en sí mismo: pronto lo glorificará).
Simón Pedro le dijo: Señor, ¿a dónde vas? Jesús le respondió: Adonde yo voy no me puedes acompañar ahora, me acompañarás más tarde. Pedro replicó: Señor, ¿por qué no puedo acompañarte ahora? Daré mi vida por ti. Jesús le contesto: ¿Con que darás tu vida por mí? Te aseguro que no cantará el gallo antes que me hayas negado tres veces.

Judas traiciona a Jesús. Lo entrega por treinta monedas. Pero Pedro, el que debería ser cabeza de la Comunidad (Iglesia), también lo abandonará y renegará de Él. Judas y Pedro somos nosotros. Cada vez que abandonamos a alguien, estamos abandonando  a Jesús. La diferencia entre ser Judas o Pedro está en creer en el Amor de Jesús, en el perdón. Judas cree, tras reconocer lo que ha hecho, que no tiene perdón y se suicida. Pedro, al oír cantar el gallo y ver la mirada de Jesús, reconoce su falta, pero confía en el perdón. Se trata de que creamos en el infinito Amor del Padre, en el infinito Amor de Jesús. Ahí está la diferencia entre ser Judas o ser Pedro.

"El evangelio de este día nos entrega lo que se conversa durante aquella célebre cena de amor de Jesús con los suyos, antes de su pasión. En el horizonte del evangelio, la gloria del Mesías tiene por puerta la traición de uno de sus amigos cercanos; o quizá sea mejor decir, de dos de sus amigos: Judas y Pedro. San Juan se vale de una especie de acertijo para encubrir la identidad de los traidores; a uno lo emboza bajo una obra de misericordia a cumplir sin demora, proveer a los pobres, y a otro lo camufla con la seguridad del reencuentro. Dos dardos crueles que traspasan la vida del Cristo.
La semana de la pasión lleva al creyente a mirarse en el espejo de los amados del Señor, el de los discípulos. Tal vez las negaciones nuestras no hayan sido tan sonadas, pero no por eso menos graves. Tal vez las traiciones perpetradas ni siquiera reportaron rédito alguno. Contemplemos el dolor del Traicionado y aferremos su promesa del reencuentro, para poderlo seguir." (Koinonía)

 

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