jueves, 1 de mayo de 2025

RECONOCER A JESÚS

  

Y llegó a su propia tierra, donde comenzó a enseñar en la sinagoga del lugar. La gente, admirada, decía:
– ¿De dónde ha sacado este todo lo que sabe? ¿Cómo puede hacer tales milagros? ¿No es este el hijo del carpintero? Y su madre, ¿no es María? ¿No son sus hermanos Santiago, José, Simón y Judas, y no viven sus hermanas también aquí, entre nosotros? ¿De dónde ha sacado todo esto?
Y no quisieron hacerle caso. Por eso, Jesús les dijo:
– En todas partes se honra a un profeta, menos en su propia tierra y en su propia casa.
Y no hizo allí muchos milagros, porque aquella gente no creía en él.
(Mt 13,54-58)

A nosotros también nos cuesta hacer caso de los que conocemos. Pero,¿realmente los conocemos? Estamos llenos de prejuicios. Sin reparar, que muchas veces, lo que vemos en los demás, son nuestras proyecciones. Los defecto que vemos en los otros, son nuestros defectos. Si valoramos a los que nos rodean, todos saldremos ganando. Aquella gente, con sus prejuicios sobre Jesús, lo único que consiguieron fue, que prácticamente no pudiera realizar milagros. Y sobre todo, se perdieron su mensaje de Vida.

"Voy a empezar con dos historias que nos pueden hacer pensar. Una se refiere al último viaje que hizo el papa Benedicto XVI a España. En una de esas grandes celebraciones y concentraciones que se suelen hacer en esos viajes, una de las frases que mas fueron coreadas por los jóvenes allí presentes fue algo así como “Somos la juventud del Papa”. Me pregunté entonces y me pregunto ahora porque nadie dijo a los jóvenes que sería mejor que gritaran “Somos la juventud de Jesús”.
La otra historia se refiere a un sacerdote relativamente joven al que oí decir en la homilía con toda emoción que “Juan Pablo II era su Papa”. Y al decirlo se llevó la mano al corazón. Tampoco nadie, parece ser, le había dicho que Papas hay muchos pero que lo importante es seguir a Jesús.
Las dos historias nos llevan a pensar en lo fácilmente que las personas ponemos toda nuestra confianza en un líder. Podríamos poner ahora muchísimos nombres que a lo largo de la historia han arrastrado a tantos y tantas por caminos a veces no muy claros. Pero los que los seguían lo hacían ciegamente. La palabra del líder se convertía en palabra de Dios que debía ser obedecida absolutamente en todos sus términos. Aunque ello significa renunciar a la propia dignidad y libertad. No había posibilidad para pensar ni para criticar ni para ser libre. En todas esas ocasiones, las personas renuncian a su libertad para buscar la seguridad que da el seguir al líder.
Con Jesús no es así. Él es el testigo de un Dios que nos quiere libres y responsables. Dios no quiere robots obedientes. Seguir la voluntad de Dios es todo lo contrario a dejar de pensar. Jesús nos abre el camino para ser los dueños de nuestra vida y para ir tomando las decisiones que nos ayuden a crecer y madurar como personas. Nos pone por delante el Reino. La voluntad de Dios es que vivamos como hermanos y hermanas. Creer en él no nos infantiliza. El Dios de Jesús es un Dios liberador, que nos hace libres. Y en él encontramos la vida, la verdadera vida."
(Fernando Torres cmf, Ciudad Redonda)

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