jueves, 5 de enero de 2012

EL ANACORETA Y LA BOMBILLA


Cuando el Anacoreta hacía alguna cosa extraña con una sonrisa pícara iluminando su cara, era, para su joven seguidor, señal inequívoca que se preparaba para enseñarle algo. Por eso, cuando el joven vio al anciano mirar y dar vueltas alrededor de la lámpara, se sentó y esperó sus palabras.
- ¿Has visto la bombilla? - preguntó el anacoreta - No se queda la luz para ella, la reparte por la habitación. Y cuanto más luz da, más iluminado está todo...
- Sí, ya veo - afirmó expectante el joven, esperando la continuación.
- Pues eso debemos hacer nosotros con el amor. No es algo para atesorarlo nosotros, una propiedad, sino que es para repartir...Y cuanto más amor hay a nuestro alrededor, más amor tenemos en nosotros. Cuanto más amor se reparte, más amor se tiene...
Y el anciano volvió a sus quehaceres habituales, sin esperar ningún comentario de su joven seguidor... 

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