domingo, 25 de febrero de 2018

LA LUZ TRANSFORMA


"Seis días después, Jesús se fue a un monte alto, llevando con él solamente a Pedro, Santiago y Juan. Allí, e en presencia de ellos, cambió la apariencia de Jesús. Sus ropas se volvieron brillantes y blancas, como nadie podría dejarlas por mucho que las lavara. Y vieron a Elías y Moisés, que conversaban con Jesús. Pedro le dijo a Jesús:
– Maestro, ¡qué bien que estemos aquí! Vamos a hacer tres chozas: una para ti, otra para Moisés y otra para Elías.
Es que los discípulos estaban asustados y Pedro no sabía qué decir. En esto vino una nube que los envolvió en su sombra. Y de la nube salió una voz:
– Este es mi Hijo amado. Escuchadle. 
Al momento, al mirar a su alrededor, ya no vieron a nadie con ellos, sino sólo a Jesús.
Mientras bajaban del monte les encargó Jesús que no contaran a nadie lo que habían visto, hasta que el Hijo del hombre hubiera resucitado. Así que guardaron el secreto entre ellos, aunque se preguntaban qué sería eso de resucitar."

Jesús, antes de enfrentarse a su Pasión, quiere mostrar a Pedro, Santiago y Juan, su gloria. Se transfigura ante ellos. Ellos quedan tan impresionados que quieren quedarse allí. Pero la finalidad principal de este acontecimiento era el mensaje del Padre: Este es mi Hijo amado. Escuchadle.
Ser cristiano es estar siempre a la escucha de Jesús. La verdadera luz que nos transfigura, que nos transforma a nosotros es su Palabra.
Los apóstoles no entendieron nada. ¿Qué quería decir Jesús con lo de que iba a resucitar?
La Palabra es la que nos hace ver las cosas de una manera diferente. Nos hace profundizar en la vida. Ver las cosas a través de Jesús, es ver la verdad. Por eso el Padre nos pide que le escuchemos.
Casaldáliga nos lo dice con este soneto:


"Entonces veré el sol con ojos nuevos
y la noche y su aldea reunida;
la garza blanca y sus ocultos huevos,
la piel del río y su secreta vida.
 
Veré el alma gemela de cada hombre
en la entera verdad de su querencia;
y cada cosa en su primer nombre
y cada nombre en su lograda esencia.
 
Confluyendo en la paz de Tu mirada,
veré, por fin, la cierta encrucijada
de todos los caminos de la Historia

y el reverso de fiesta de la muerte.
Y saciaré mis ojos en Tu gloria,
para ya siempre más ver, verme y verte." 




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