viernes, 9 de febrero de 2018

UNA SOCIEDAD SORDOMUDA


"Jesús volvió a salir de la región de Tiro y, pasando por Sidón y los pueblos de la región de Decápolis, llegó al lago de Galilea. Allí le llevaron un sordo y tartamudo, y le pidieron que pusiera su mano sobre él. Jesús se lo llevó a un lado, aparte de la gente, le metió los dedos en los oídos y con saliva le tocó la lengua. Luego, mirando al cielo, suspiró y dijo al hombre:
– ¡Effetá! (es decir, “¡Ábrete!”).
Al momento se abrieron los oídos del sordo, su lengua quedó libre de trabas y hablaba correctamente. Jesús les mandó que no se lo dijeran a nadie; pero cuanto más se lo mandaba, tanto más lo contaban ellos. Llenos de asombro, decían:
– Todo lo hace bien. ¡Hasta hace oir a los sordos y hablar a los mudos!"

Hoy Jesús cura a un sordomudo. Hoy, más que nunca, vivimos en una sociedad sordomuda. Estamos más comunicados e informados que nunca, y, sin embargo, hacemos caso omiso al dolor, a las necesidades, a las injusticias que nos rodean.
Siguen ahogándose inmigrantes en el Mediterráneo y seguimos cerrando nuestras fronteras. Siguen desahuciando a familias de sus casas y miramos hacia otro lado. Encarcelan a personas por sus ideas y pedimos que no se les indulte. Somos sordos al mal ajeno. Y al no oírlo, somos incapaces de hablar y denunciar estas situaciones.
Hoy, más que nunca, necesitamos que Jesús abra nuestros oídos y desate nuestras lenguas.  




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