domingo, 4 de febrero de 2018

UN DÍA DE LA VIDA DE JESÚS


"Cuando salieron de la sinagoga, Jesús fue con Santiago y Juan a casa de Simón y Andrés. La suegra de Simón estaba en cama, con fiebre. Se lo dijeron a Jesús, y él se acercó, la tomó de la mano y la levantó. Al momento se le quitó la fiebre y se puso a atenderlos.
Jesús sana a muchos enfermos 
Al anochecer, cuando ya se había puesto el sol, llevaron ante Jesús a todos los enfermos y endemoniados, y el pueblo entero se reunió a la puerta. Jesús sanó de toda clase de enfermedades a mucha gente y expulsó a muchos demonios; pero no dejaba hablar a los demonios, porque ellos le conocían.  
De madrugada, cuando todavía estaba oscuro, Jesús se levantó y salió de la ciudad para ir a orar a un lugar apartado. Simón y sus compañeros fueron en busca de Jesús,  y cuando lo encontraron le dijeron:
– Todos te están buscando.
Él les contestó:
– Vayamos a otros lugares cercanos a anunciar también allí el mensaje, porque para esto he salido. 
Así que Jesús andaba por toda Galilea anunciando el mensaje en las sinagogas de cada lugar y expulsando a los demonios."

En el evangelio de hoy vemos la actividad de un día de la vida de Jesús. Un día dedicado a curar a la gente y a orar. 
Jesús dedica su actividad a luchar contra el mal. Toda clase de mal. Se preocupa por el bien de las personas. La Buena Noticia no es algo teórico, sino la lucha práctica contra el mal y la búsqueda del bien de las personas.
Jesús, como hizo con la suegra de Simón, siempre actúa tendiendo la mano y levantando. Muchos de los enfermos eran considerados impuros y tocarlos hacía participar de esa impureza. Jesús, sin embargo, no  duda en tocarlos. Es la mano amiga que libera del mal.
Sus seguidores también debemos aliviar a los hombres del mal. No debemos dudar en ser esa mano amiga presta a socorrer.
También vemos a Jesús retirándose a la soledad a orar. Es allí donde se encuentran las fuerzas para entregarse totalmente a los demás.
Jesús anuncia la Buena Nueva y cura del mal. Y lo hace por toda Galilea, a todos. No se queda en su grupo reducido, en los suyos. Él es el Salvador de todos.




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