miércoles, 6 de mayo de 2020

EL ANACORETA Y LA PUERTA ESTRECHA


Durante todas las Vísperas y la cena el discípulo no paraba de suspirar. Ya durante las Completas, unos gruesos lagrimones se deslizaban por sus mejillas. 
El Anacoreta, aunque ya era momento de silencio, se dirigió a él y le preguntó:
- ¿Qué te ocurre?
El discípulo entre sollozos respondió:
- Llevo todo el día meditando la misma frase del Evangelio: "Luchad para entrar por la puerta estrecha, porque os digo que muchos ontentarán y no podrán." Tengo miedo de no hacer lo suficiente.¿Y si después de tanta penitencia en el desierto no me salvo?
El Anacoreta lo miró con ternura. Le pasó amorosamente un brazo por la espalda y lo llevó bajo la palmera, apenas teñida de púrpura por las últimas luces del día que se escapaban por el horizonte.
Luego, con calma, le dijo:
- Métete esto en la cabeza: no valemos por lo que hacemos, sino por lo que somos. Los hombres nos vamos recubriendo de capas, caretas, imágenes, apariencias...Esto es lo que no nos deja pasar por la puerta estrecha.
Guardó un rato de silencio y prosiguió:
- ¿Para qué has venido al desierto? Para hacerte uno con Cristo y los Hombres. Todo lo demás son capas. Las penitencias, los ayunos, el deseo de santidad, los rezos...Todo eso, si no nos lleva a unirnos a cristo y a los Hombres, son disfraces que nos engordan. Para entrar por la puerta estrecha hay que desprenderse de todo hasta SER nosotros. Para unirse a Cristo no hay sino que desnudarse de todo lo que hemos ido añadiendo a nuestra persona.
Quedó otra vez en silencio. Luego, acercándose al oído de su discípulo, como si no quisiera que le oyesen las arenas del desierto, le dijo en un susurro:
- Además, Él mismo es la Puerta. Si confías en Él, cuando vayas a pasar se ensanchará...
Marchó el Anacoreta a su cueva y el discípulo quedó reflexionando bajo las estrellas, la cantidad de cosas inútiles que había ido adhiriendose a lo largo de la vida.
Cuando la arena empezó a teñirse de violeta por las primeras luces de la aurora se retiró a su cueva. Quizá fue una ilusión, pero le pareció que la entrada era más ancha... 

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