martes, 10 de mayo de 2016

EL ANACORETA Y LA LLUVIA


Llevaba unos días cayendo una lluvia fina que lo empapaba todo. El joven seguidor llegó de la calle y entró en casa protestando:
- Estoy harto de esta lluvia y esta humedad que te cala los huesos.
El Anacoreta sonrió, y mirando con cariño al joven dijo:
- Pues a mí me recuerda el Espíritu. Esta lluvia es como su Gracia, que nos va empapando, que penetra en todas partes para que demos fruto, que hace de nosotros hombres llenos de espiritualidad.

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