domingo, 28 de enero de 2018

ENSEÑABA CON AUTORIDAD


"Llegaron a Cafarnaún, y el sábado entró Jesús en la sinagoga y comenzó a enseñar. La gente se admiraba de cómo les enseñaba, porque lo hacía con plena autoridad y no como los maestros de la ley. En la sinagoga del pueblo, un hombre que tenía un espíritu impuro gritó:
– ¿Por qué te metes con nosotros, Jesús de Nazaret? ¿Has venido a destruirnos? Yo te conozco. ¡Sé que eres el Santo de Dios! 
Jesús reprendió a aquel espíritu, diciéndole:
– ¡Cállate y sal de este hombre!
El espíritu impuro sacudió con violencia al hombre, y gritando con gran fuerza salió de él. Todos se asustaron y se preguntaban unos a otros:
– ¿Qué es esto? ¡Enseña de una manera nueva y con plena autoridad! ¡Hasta a los espíritus impuros da órdenes, y le obedecen!
Muy pronto, la fama de Jesús se extendió por toda la región de Galilea."

Hoy contemplamos a Jesús enseñando. Marcos no nos dice lo que enseñaba, sino cómo enseñaba. Nos dice que lo hacía con autoridad. Contrapone la enseñanza de Jesús a la de los maestros de la ley, repetitiva, sin vida.
La gente decía que enseñaba de una manera nueva. Jesús no predicaba una ideología. Predicaba una vida y lo hacía desde su vida. Su palabra libera del mal. Hace callar y expulsa el mal de nuestras vidas.
Es en el evangelio donde encontramos esa Palabra de Jesús que es Vida, que cura del mal y nos hace libres. ¿Meditamos realmente el evangelio?¿Hacemos de él la norma de nuestra vida?
Nosotros decimos que queremos ser discípulos de Jesús. ¿Enseñamos con palabras o lo hacemos con nuestra vida?¿Nos quedamos en teorías o nos dedicamos a "curar" a los demás? Si nuestra vida no transmite alegría, esperanza, fuerza a los demás, es porque se trata de una vida vacía, alejada de Jesús. Nosotros también debemos enseñar con autoridad. Eso significa vivir acordes con el evangelio. Si no, somos maestros de la ley hipócritas, que repetimos lo que no vivimos.


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