miércoles, 10 de enero de 2018

REZAR, CURAR, ANUNCIAR...


"Cuando salieron de la sinagoga, Jesús fue con Santiago y Juan a casa de Simón y Andrés. La suegra de Simón estaba en cama, con fiebre. Se lo dijeron a Jesús, y él se acercó, la tomó de la mano y la levantó. Al momento se le quitó la fiebre y se puso a atenderlos.
Al anochecer, cuando ya se había puesto el sol, llevaron ante Jesús a todos los enfermos y endemoniados, y el pueblo entero se reunió a la puerta. Jesús sanó de toda clase de enfermedades a mucha gente y expulsó a muchos demonios; pero no dejaba hablar a los demonios, porque ellos le conocían.
De madrugada, cuando todavía estaba oscuro, Jesús se levantó y salió de la ciudad para ir a orar a un lugar apartado. Simón y sus compañeros fueron en busca de Jesús, y cuando lo encontraron le dijeron:
– Todos te están buscando.
Él les contestó:
– Vayamos a otros lugares cercanos a anunciar también allí el mensaje, porque para esto he salido. 
Así que Jesús andaba por toda Galilea anunciando el mensaje en las sinagogas de cada lugar y expulsando a los demonios."

Rezar, curar, anunciar...Esto es lo que hacía Jesús en su día a día. Lo vimos ayer y volvemos a verlo en el evangelio de hoy.
El comentario de Koinonia nos deja claras una serie de cosas que no debemos olvidar:
"La acción liberadora de Jesús tiene una finalidad clara y solidaria: el servicio. Al sanar a los enfermos presenta dos palabras clave: levantar y disponerse a servir. Jesús ofrece un método cercano para sanar. Lo primero “tocar” al otro, acercarnos a su situación personal, más que palabras de buena fe es mostrarle nuestra cercanía y preocupación por lo que está viviendo. Lo segundo “servir” a quienes nos rodean sabedores de que “el bien es difuso de sí mismo” y que “sintiendo” el amor de Dios en la vida no se puede menos que ser agradecido dando lo mejor a los demás. Por otra parte Jesús está contra lo espectacular, actúa desde la simplicidad de la vida sin esperar reconocimientos ni aplausos y en esa sencillez nos muestra que tiene todo el poder para asumir nuestras miserias y cargar con nuestras enfermedades. Que como el joven Samuel sepamos estar atentos a la palabra del Señor en los acontecimientos, las personas y su palabra escrita para responder en este día con alegría: “habla Señor que tu siervo escucha”.
Si queremos seguir a Jesús debemos actuar como Él. "Tocando", estando cerca del otro. Sólo así podremos librarlo del mal. Y alimentados con la oración, que no es otra cosa que escucharlo a Él.


1 comentario:

  1. Resar, Tocar, guarir, servir...estant a propde l'altre, de Jesús...amb senzillesa....Pare Nostre

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