martes, 9 de enero de 2018

ENSEÑABA Y CURABA


"Llegaron a Cafarnaún, y el sábado entró Jesús en la sinagoga y comenzó a enseñar. La gente se admiraba de cómo les enseñaba, porque lo hacía con plena autoridad y no como los maestros de la ley. En la sinagoga del pueblo, un hombre que tenía un espíritu impuro gritó:
– ¿Por qué te metes con nosotros, Jesús de Nazaret? ¿Has venido a destruirnos? Yo te conozco. ¡Sé que eres el Santo de Dios! 
Jesús reprendió a aquel espíritu, diciéndole:
– ¡Cállate y sal de este hombre!
El espíritu impuro sacudió con violencia al hombre, y gritando con gran fuerza salió de él. Todos se asustaron y se preguntaban unos a otros:
– ¿Qué es esto? ¡Enseña de una manera nueva y con plena autoridad! ¡Hasta a los espíritus impuros da órdenes, y le obedecen!
Muy pronto, la fama de Jesús se extendió por toda la región de Galilea."

Marcos nos presenta dos aspectos muy importantes de Jesús: enseñaba y curaba.
Llama la atención, que la gente se admiraba porque no enseñaba como los maestros de la ley, que eran los únicos que tenían autoridad para hacerlo en aquel tiempo. Queda claro que a Jesús la autoridad no le viene de sus estudios, sino de su vida. Jesús enseñaba no sólo con palabras, sino con su ejemplo. Su doctrina y sus actos eran una misma cosa. Si nuestra vida concordara con nuestra Fe, ¿no nos escucharía más la sociedad?
Jesús no sólo enseña, sino que también cura. Lucha contra el mal. Un mal que siempre intenta resistirse, pero que no tiene más remedio que desaparecer ante Él. Si el mal sigue reinando en nuestro mundo, es porque no lo combatimos con Jesús, siendo sus auténticos discípulos.
No lograremos cambiar nuestra sociedad, sino unimos palabras y actos, si nuestra teoría no casa con nuestra praxis. En caso contrario, no pasamos de ser unos meros hipócritas.   


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