domingo, 3 de junio de 2018

PAN PARTIDO


"El primer día de la fiesta en que se comía el pan sin levadura y se sacrificaba el cordero de Pascua, los discípulos de Jesús le preguntaron:
– ¿Dónde quieres que vayamos a prepararte la cena de Pascua? 
Entonces envió a dos de sus discípulos, diciéndoles:
– Id a la ciudad. Allí encontraréis a un hombre que lleva un cántaro de agua; seguidle, y al amo de la casa donde entre le decís: ‘El Maestro pregunta: ¿Cuál es la sala donde he de comer con mis discípulos la cena de Pascua?’ Él os mostrará en el piso alto una habitación grande, dispuesta y arreglada. Preparad allí la cena para nosotros.
Los discípulos salieron y fueron a la ciudad. Lo encontraron todo como Jesús les había dicho, y prepararon la cena de Pascua. 
Mientras cenaban, Jesús tomó en sus manos el pan, y habiendo dado gracias a Dios lo partió y se lo dio a ellos, diciendo:
– Tomad, esto es mi cuerpo.
Luego tomó en sus manos una copa, y habiendo dado gracias a Dios se la pasó a ellos, y todos bebieron. Les dijo:
– Esto es mi sangre, con la que se confirma el pacto, la cual es derramada en favor de muchos. Os aseguro que no volveré a beber del fruto de la vid hasta el día en que beba vino nuevo en el reino de Dios. 
Después de cantar los salmos, se fueron al monte de los Olivos."

Jesús tomó el pan y lo repartió, diciendo que era su cuerpo. Tomo el vino y todo bebieron de él.
Cada vez que participamos del pan y del vino, del cuerpo y la sangre, estamos proclamando que queremos ser uno con Jesús.
Pan partido, partir nuestra vida para que pueda ser repartida, entregada a los demás. 
Vino que es su sangre derramada por nosotros y que nos invita también a nosotros a derramarla por los demás. 
La Eucaristía nos une a Jesús y nos une a los demás. Si no somos conscientes de esto, la transformamos en un mero rito que no cambia nuestra vida.
Es muy interesante el dibujo que nos presenta Fano hoy. Los pobres, nos dice, son la custodia de Cristo. Es en ellos donde mejor lo encontraremos. Ellos son su cuerpo que también debemos recibir. Porque dar de comer, vestir curar, visitar, salvarlos...es hacerlo a Jesús. Por eso la Eucaristía es el sacramento del Amor. El sacramento que nos une a todos y nos hace hermanos.


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