martes, 21 de agosto de 2018

LIBRES PARA ÉL


"Jesús dijo entonces a sus discípulos:
– Os aseguro que difícilmente entrará un rico en el reino de los cielos. Os lo repito: le es más fácil a un camello pasar por el ojo de una aguja que a un rico entrar en el reino de Dios. Al oirlo, sus discípulos se asombraron más aún, y decían:
– Entonces, ¿quién podrá salvarse?
Jesús los miró y les contestó:
– Para los hombres esto es imposible, pero no para Dios.
Pedro entonces añadió:
–Nosotros, que hemos dejado cuanto teníamos y te hemos seguido, ¿qué vamos a recibir?
Jesús les repondió:
– Os aseguro que cuando llegue el tiempo de la renovación de todas las cosas, cuando el Hijo del hombre se siente en su trono glorioso, vosotros, que me habéis seguido, os sentaréis también en doce tronos para juzgar a las doce tribus de Israel. Y todos los que por causa mía hayan dejado casa, hermanos, hermanas, padre, madre, hijos o tierras, recibirán cien veces más, y también recibirán la vida eterna. Muchos que ahora son los primeros, serán los últimos; y muchos que ahora son los últimos, serán los primeros."

Jesús nos sigue invitando a seguir a Jesús. Para los judíos, la riqueza era sinónimo de beneplácito de Dios. Él, por contra, les dice que difícilmente se salvará un rico.
Veamos el comentario de Koinonía:

"Nada queda impune al paso del tiempo y de las circunstancias que vivimos. No somos infalibles. La autosuficiencia y la soberbia, no duran más que nuestros días. Compartimos una suerte común. La precariedad, inherente a nuestra condición humana, reclama humildad. La confianza llana, sin rebajas o paliativos, es necesaria ante las condiciones del seguimiento que Jesús plantea. Esa confianza, queda seriamente comprometida cuando las riquezas son la fuente de la que ella brota. Ante la exigencia de hacerse pequeños para entrar en el Reino, estas son un obstáculo, que atrapa el corazón e inhibe la libertad para entregarse a la causa del Padre. En un mundo que proclama y promueve la idolatría del bienestar y la riqueza como la mayor aspiración humana, liberarse de su tiranía para seguir a Jesús, parece más un ideal utópico que una posibilidad real. Aunque la inquietud que esto suscita es válida, lo definitivo no es la imposibilidad humana para vivirlo sino el poder de Dios para solventar las dificultades y obstáculos en este camino de libertad. ¿Nos inquietan aun las palabras de Jesús?"

Jesús nos quiere libres de todo estorbo. Libres para seguirlo. 





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