lunes, 27 de agosto de 2018

¿SOMOS COHERENTES?


"¡Ay de vosotros, maestros de la ley y fariseos, hipócritas!, que cerráis a todos la puerta del reino de los cielos. Ni vosotros entráis ni dejáis entrar a los que quisieran hacerlo. 
¡Ay de vosotros, maestros de la ley y fariseos, hipócritas!, que recorréis tierra y mar para ganar un adepto, y cuando lo habéis ganado hacéis de él una persona dos veces más merecedora del infierno que vosotros mismos.
¡Ay de vosotros, guías ciegos!, que decís: ‘El que hace una promesa jurando por el templo no se compromete a nada; el que queda comprometido es el que jura por el oro del templo.’ ¡Estúpidos y ciegos! ¿Qué es más importante, el oro o el templo por el que el oro queda consagrado? También decís: ‘El que hace una promesa jurando por el altar no se compromete a nada; el que queda comprometido es el que jura por la ofrenda que está sobre el altar.’ ¡Ciegos! ¿Qué es más importante, la ofrenda o el altar por el que la ofrenda queda consagrada? El que jura por el altar, no solo jura por el altar sino también por todo lo que hay encima de él; y el que jura por el templo, no solo jura por el templo sino también por Dios, que vive allí. Y el que jura por el cielo, jura por el trono de Dios y por Dios mismo, que se sienta en él."

A la vista de los escándalos de pederastia de sacerdotes y religiosos, estas palabras de Jesús toman más vigencia que nunca. Los sacerdotes, religiosos, educadores, catequistas...deberíamos reflexionar cada día sobre este texto. ¿Estamos mostrando un Dios Amor, o tenemos una doble moral hipócrita, que ahoga a nuestros discípulos?¿Nuestra vida está conforme con lo que predicamos?

"¡Ay! Qué duro y directo resulta el Maestro a la hora de desenmascarar a los piadosos fariseos. Jesús denuncia la doble moral. Por un lado estos “hombres vigías de la moral y la fidelidad a la tradición y la ley” se muestran como jueces e inspectores del proceder del pueblo; pero, por otra parte, sus prácticas pasan por encima de lo más sagrado que es el ser humano. Explotación de los más empobrecidos y excluidos de la sociedad, impiden que las personas asuman el proyecto de Dios que supera toda costumbre y tradición, buscan seguidores pero los hacen partícipes de sus propias maldades. Es la incoherencia total. Probablemente nosotros, al leer el pasaje de Mateo, sintamos rechazo y repugnancia por estos individuos, pero, ¡cuidado! No sea que nos suceda igual. Anunciamos un evangelio de amor, paz, verdad y libertad pero en la vida cotidiana convivimos con egoísmos, codicias, engaños, esclavitudes de todo género. ¿Qué interpelaciones me hace Jesús a mi vida de fe? ¿Cómo ser coherente entre lo que se cree y se vive en la práctica cotidiana?"(Koinonía) 




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