martes, 20 de agosto de 2019

EL CAMELLO Y EL OJO DE LA AGUJA


Jesús dijo entonces a sus discípulos:
– Os aseguro que difícilmente entrará un rico en el reino de los cielos. Os lo repito: le es más fácil a un camello pasar por el ojo de una aguja que a un rico entrar en el reino de Dios. Al oirlo, sus discípulos se asombraron más aún, y decían:
– Entonces, ¿quién podrá salvarse?
Jesús los miró y les contestó:
– Para los hombres esto es imposible, pero no para Dios.
Pedro entonces añadió:
– Nosotros, que hemos dejado cuanto teníamos y te hemos seguido, ¿qué vamos a recibir?
Jesús les repondió:
– Os aseguro que cuando llegue el tiempo de la renovación de todas las cosas, cuando el Hijo del hombre se siente en su trono glorioso, vosotros, que me habéis seguido, os sentaréis también en doce tronos para juzgar a las doce tribus de Israel. Y todos los que por causa mía hayan dejado casa, hermanos, hermanas, padre, madre, hijos o tierras, recibirán cien veces más, y también recibirán la vida eterna. Muchos que ahora son los primeros, serán los últimos; y muchos que ahora son los últimos, serán los primeros."


Jesús es taxativo con el dinero. Es la primera dificultad para seguirle. Y nosotros seguimos sin aceptarlo. La Iglesia sigue buscando dinero. Los religiosos hemos olvidado el camino que nos señalaron nuestros fundadores. Es cierto que no todos los cristianos son así. Que hay muchos que entregan su vida en medio de una gran sencillez. Pero, por desgracia, siempre destaca más lo malo que lo bueno. Si que remos seguirlo, no nos queda más remedio que abrazar la pobreza.
"“Entrar en el reino” significa seguir a Jesús en la comunidad cristiana. Con la imagen del camello y la aguja, Jesús indica que la riqueza es incompatible con el discipulado. Los discípulos se sorprenden porque todavía no han comprendido el mensaje de la multiplicación de los panes. El dinero o los bienes materiales no son malos en sí mismo, es la ambición y el uso egoísta de los mismos. Los panes y los peces son bienes materiales que se multiplican milagrosamente cuando se comparten y se reparten. La ambición y la riqueza son como virus que enferman y eliminan los valores de la solidaridad, la justicia y la equidad. Abandonar esta idolatría del dinero es muy difícil, pero en el corazón de Dios siempre hay una puerta abierta para la conversión. En su respuesta a Pedro, Jesús deja claro que renunciar a la riqueza no significa optar por la miseria, al contrario, Dios multiplica las cosas básicas y sencillas, que nos proporcionan calidad de vida y nos hacen realmente felices. Así comienza la vida eterna." (Koinonía) 


1 comentario:

  1. Jesús dijo entonces a sus discípulos:
    – Os aseguro que difícilmente entrará un rico en el reino de los cielos. Os lo repito: le es más fácil a un camello pasar por el ojo de una aguja que a un rico entrar en el reino de Dios. Al oirlo, sus discípulos se asombraron más aún, y decían:
    – Entonces, ¿quién podrá salvarse?
    Jesús los miró y les contestó:
    – Para los hombres esto es imposible, pero no para Dios.
    Pedro entonces añadió:
    – Nosotros, que hemos dejado cuanto teníamos y te hemos seguido, ¿qué vamos a recibir?
    Jesús les repondió:
    – Os aseguro que cuando llegue el tiempo de la renovación de todas las cosas, cuando el Hijo del hombre se siente en su trono glorioso, vosotros, que me habéis seguido, os sentaréis también en doce tronos para juzgar a las doce tribus de Israel. Y todos los que por causa mía hayan dejado casa, hermanos, hermanas, padre, madre, hijos o tierras, recibirán cien veces más, y también recibirán la vida eterna. Muchos que ahora son los primeros, serán los últimos; y muchos que ahora son los últimos, serán los primeros."

    Entrar en el reino” significa seguir a Jesús en la comunidad cristiana. Con la imagen del camello y la aguja, Jesús indica que la riqueza es incompatible con el discipulado. Los discípulos se sorprenden porque todavía no han comprendido el mensaje de la multiplicación de los panes. El dinero o los bienes materiales no son malos en sí mismo, es la ambición y el uso egoísta de los mismos. Los panes y los peces son bienes materiales que se multiplican milagrosamente cuando se comparten y se reparten. La ambición y la riqueza son como virus que enferman y eliminan los valores de la solidaridad, la justicia y la equidad.

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