lunes, 2 de mayo de 2022

EL "OTRO" PAN


 

Después que Jesús hubo saciado a cinco mil hombres, sus discípulos lo vieron caminando sobre el lago. Al día siguiente, la gente que se había quedado al otro lado del lago notó que allí no había habido más que una lancha y que Jesús no había embarcado con sus discípulos, sino que sus discípulos se habían marchado solos. Entretanto, unas lanchas de Tiberíades llegaron cerca del sitio donde habían comido el pan sobre el que el Señor pronunció la acción de gracias. Cuando la gente vio que ni Jesús ni sus discípulos estaban allí, se embarcaron y fueron a Cafarnaún en busca de Jesús. Al encontrarlo en la otra orilla del lago, le preguntaron: "Maestro, ¿Cuándo has venido aquí?" Jesús les contestó: "Os lo aseguro, me buscáis, no porque habéis visto signos, sino porque comisteis pan hasta saciaros. Trabajad, no por el alimento que perece, sino por el alimento que perdura para la vida eterna, el que os dará el Hijo del hombre; pues a éste lo ha sellado el Padre, Dios." Ellos le preguntaron: "Y, ¿Qué obras tenemos que hacer para trabajar en lo que Dios quiere?" Respondió Jesús: "La obra que Dios quiere es ésta: que creáis en el que él ha enviado."


Creer en Jesús es el pan que debe alimentar nuestras obras. Creer en Él es querer ser como Él. eso hará que amemos a los demás; que nuestra vida sea entrega, servicio, Amor.

"Jesús acaba de multiplicar los panes para 5.000 personas. Para el evangelista Juan, el pan es una señal que revela quién es Jesús. Asistimos a una multiplicación no solo de alimento sino a un gesto de solidaridad compartida; se invita a la comunidad discipular a no quedarse atenida al pan material sino a preocuparse por ese “otro” pan que alimenta para la vida eterna. Pues, «no solo de pan vivirá el ser humano». ¿De qué precisamos, entonces, más allá de la comida cotidiana? La vida depende de tantas cosas: afecto, trabajo, salud; pero también: soñar, creer en algo y en alguien, descubrir el sentido a nuestra vida. Porque no somos como los animales, preocupados solamente del instinto y la supervivencia cotidiana; necesitamos dar sentido a nuestras acciones, tener objetivos que orienten el caminar, un proyecto que nos involucre con otras personas, una fe que alimente nuestra búsqueda de sentido. Jesús se ofrece como el pan partido y compartido que da vida, fortalece nuestro andar y nos enseña a amar." (Koinonía)

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