jueves, 12 de mayo de 2022

SERVICIO Y ENTREGA

 


Cuando Jesús acabó de lavar los pies a sus discípulos, les dijo: "Os aseguro, el criado no es más que su amo, ni el enviado es más que el que lo envía. Puesto que sabéis esto, dichosos vosotros si lo ponéis en práctica. No lo digo por todos vosotros; yo sé bien a quiénes he elegido, pero tiene que cumplirse la Escritura: "El que compartía mi pan me ha traicionado." Os lo digo ahora, antes de que suceda, para que cuando suceda creáis que yo soy. Os lo aseguro: El que recibe a mi enviado me recibe a mí; y el que a mí me recibe, recibe al que me ha enviado."


Jesús lava los pies de sus discípulos. Les invita a servir. Él los enviará por todo el mundo a predicar la Buena Nueva. Quien los reciba, lo recibirá a Él. Todo aquel que se acerca a nosotros con buena voluntad, es Jesús que viene a nosotros. Por eso debemos recibirlo con alegría. Todos somos enviados y todos debemos recibirnos con amor unos a otros. Eso nos hará recibir al Padre.

"El gesto de lavar los pies de los discípulos introduce la Pasión de Jesús en el evangelio de Juan. Es un gesto de amor profundo que opera una ruptura radical y una inversión de valores: la ley del Reino es el servicio de quien se entrega por amor hasta el fin. Convertirnos en servidores incondicionales es estar en perfecta sintonía con Jesús, que se dispone a la entrega radical de la vida. Lavar los pies significa considerar a los otros como más importantes; significa también buscar el bien de las personas porque, en su felicidad, encontramos la nuestra. La comunidad está invitada a reconocer que no tiene sentido si no se promueve el servicio y la entrega: «ama tu próximo como a ti mismo», dijo Jesús. Esto puede traducirse como: “Yo soy, si tú eres”, que se entiende mejor al contrario: “Yo no soy si tú no eres”. Es decir, necesitamos unos de otros: ¡aquí está la gran verdad! ¿Qué gestos de amor desinteresado practicas? " (Koinonía) 

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