martes, 24 de mayo de 2022

BAJO LA FUERZA DEL ESPÍRITU



En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: "Ahora me voy al que me envió, y ninguno de vosotros me pregunta: "¿Adónde vas?" Sino que, por haberos dicho esto, la tristeza os ha llenado el corazón. Sin embargo, lo que os digo es la verdad: os conviene que yo me vaya; porque si no me voy, no vendrá a vosotros el Defensor. En cambio, si me voy, os lo enviaré. Y cuando venga, dejará convicto al mundo con la prueba de un pecado, de una justicia, de una condena. De un pecado, porque no creen en mí; de una justicia, porque me voy al Padre, y no me veréis; de una condena, porque el Príncipe de este mundo está condenado."


"No hay prisión que impida o detenga la actuación liberadora del Evangelio, porque el mensaje de Jesús es libertad, sanación, nueva mentalidad, novedad y auténtica alegría. Este anuncio opera rupturas y cambios en quienes lo abrazan: la prisión se transformó en espacio para la evangelización y la manifestación de Dios; el carcelero abre las puertas de su corazón al Evangelio y de su casa a los misioneros. Hoy no pueden reducirse los procesos evangelizadores a un montón de reglas, normas o estructuras, que impiden la apertura a la novedad. A la Iglesia no sólo le han dan miedo los cambios, sino que le ha costado aceptarlos; históricamente su actitud ha sido la de defenderse o encerrarse. Siempre que dejamos actuar al Espíritu se generan acciones que nos desinstalan e invitan a resignificar nuestra vida y misión. No podemos dejar que las crisis nos desanimen. Por el contrario, son oportunidades para renovar nuestra respuesta y fidelidad al Evangelio de Jesús. ¡Oremos por la reforma de la Iglesia y nuestra perseverancia! " (Koinonía)

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