sábado, 4 de noviembre de 2017

EL PRIMER PUESTO


"Sucedió que un sábado fue Jesús a comer a casa de un jefe fariseo, y otros fariseos le estaban espiando. 
Al ver Jesús que los invitados escogían los asientos de honor en la mesa, les dio este consejo:
– Cuando alguien te invite a una fiesta de bodas, no te sientes en el lugar principal, no sea que llegue otro invitado más importante que tú,  y el que os invitó a los dos venga a decirte: ‘Deja tu sitio a este otro.’ Entonces tendrás que ir con vergüenza a ocupar el último asiento. Al contrario, cuando te inviten, siéntate en el último lugar, para que cuando venga el que te invitó te diga: ‘Amigo, pásate a este sitio de más categoría.’ Así quedarás muy bien delante de los que están sentados contigo a la mesa. Porque el que a sí mismo se engrandece será humillado, y el que se humilla será engrandecido."

Jesús nos enseña en este evangelio, que hemos de mostrarnos ante los demás tal cual somos. Ante la sociedad perseguimos los honores y el reconocimiento, pero esto no es importante ni es el camino de un cristiano. Veamos lo que nos dicen en Koinonia (Servicio Bíblico Iberoamericano) sobre este texto:
 Esta escena de Jesús a la mesa con los fariseos es fundamentalmente educativa: él no se interesa simplemente por enseñar normas de comportamiento social o de urbanidad, sino intenta mostrar cómo asumir la vida en clave personal y eclesial desde la perspectiva del Reino de Dios. Hay modos diversos de vivir, pero no podemos hacerlo de cualquier manera. A nivel personal: ¿Riñes por los puestos de honor y las adulaciones humillando a los demás? ¿Actúas desde el servicio desinteresado o desde el poder que te pueden otorgar las funciones y los roles personales? O ¿Sabes ubicarte y mostrar con verdad quién eres? Por otro lado, en clave de iglesia, es necesario asumir con sabiduría que no somos el único referente espiritual y moral de las cuestiones y decisiones humanas. ¿Qué cambios eclesiales hacer hoy desde la lógica del Evangelio?: descentralizar el poder; democratizar la jerarquía y humanizar la fe y la labor misionera para hacerla creíble en la sociedad civil.

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