lunes, 15 de enero de 2018

VINO NUEVO


"En una ocasión estaban ayunando los seguidores de Juan el Bautistan y los de los fariseos. Algunas personas fueron a Jesús y le preguntaron:
– Los seguidores de Juan y los de los fariseos ayunan: ¿por qué no ayunan tus discípulos? 
Jesús les contestó:
– ¿Acaso pueden ayunar los invitados a una boda mientras el novio está con ellos? Mientras está presente el novio, no pueden ayunar. Pero vendrá el momento en que se lleven al novio; entonces, cuando llegue ese día, ayunarán.
Nadie remienda un vestido viejo con un trozo de tela nueva, porque lo nuevo encoge y tira del vestido viejo, y el desgarrón se hace mayor. Tampoco se echa vino nuevo en odres viejos, porque el vino nuevo hace que revienten los odres y que se pierdan tanto el vino como los odres. Por eso hay que echar el vino nuevo en odres nuevos."

Este evangelio nos dice que Jesús es vino nuevo. Todo es distinto a partir de Él. Y nosotros no acabamos de entenderlo. Conversión, hacerse su discípulo, significa hacerlo todo nuevo. No valen componendas. Nosotros queremos seguirlo, pero sin dejar lo que tenemos. Queremos vino nuevo sin tirar los odres viejos. Seguir a Jesús es entregarse en cuerpo y alma a un Dios Padre - Madre, un Dios que es amor. Un Dios que antes que el ayuno y los preceptos, quiere nuestro corazón. Este es el vino nuevo: una religión basada en la entrega, en el amor a todos y no en reglas y preceptos en los que está ausente el amor. El ayuno que nos pide Jesús ahora es el amor a los pobres, la lucha contra la injusticia, el amor al más débil...Este es el vino nuevo que debemos guardar en odres nuevos.  


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