miércoles, 29 de abril de 2020

EL ANACORETA Y LA PACIENCIA


Alguien mostró un día al Anacoreta a un hombre sentado, impasible, frente a su casa.
- Este hombre es el modelo de la paciencia - le dijeron -Todo se ha torcido en su vida. Se ha quedado sin trabajo, su mujer le ha dejado, sus hijos ni se acuerdan de él y parece que su salud no es muy buena. Sin embargo nadie ha oído una palabra de queja en su boca. Ahí está, impasible, sentado junto a la puerta de su casa.
El Anacoreta no dijo nada. Tomó por el brazo a su interñocutor y lo llevó frente a un hormiguero.
- ¿Qué ves? - le preguntó el Anacoreta.
- Pues veo hormigas - respondió desorientada aquela persona - unas salen del hormiguero y otras entran.
- ¿Pero qué hacen? - insistió el Anacoreta.
- Unas entran con una semilla en la boca y las que salen, supongo que y han depositado la semilla y van en busca de otra. Lo corriente en cualquier hormiguero.
- Pues eso es paciencia - afirmó el Anacoreta con la voz soñadora que empleaba cuando reflexionaba - Paciencia no es esperar a que algo acontezca. Paciencia no es esperar a que otro haga algo. Paciencia es vivir el momento presente con plenitud, nunca refugiarse en un futuro incierto. La impaciencia nos hace escaparnos de donde estamos. Aquella persona desgraciada, impasible ante lo que sucede, no es paciente. Simplemente huye de la realidad. Piensa que el mañana será diferente, será mejor; pero no hace nada para que eso sea así. Las hormiguitas viven el momento presente y preparan pacientemente su futuro. Esa es la verdadera paiencia...
Y como siempre, su mirada se perdió en el horizonte...

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