lunes, 4 de abril de 2022

LUZ DEL MUNDO

 


En aquel tiempo, Jesús volvió a hablar a los fariseos: "Yo soy la luz del mundo; el que me sigue no camina en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida. Le dijeron los fariseos: "Tú das testimonio de ti mismo, tu testimonio no es válido." Jesús les contestó: "Aunque yo doy testimonio de mí mismo, mi testimonio es válido, porque sé de dónde he venido y adónde voy; en cambio, vosotros no sabéis de dónde vengo ni adónde voy. Vosotros juzgáis según la carne; yo no juzgo a nadie; y, si juzgo yo, mi juicio es legítimo, porque no estoy yo solo, sino que estoy con el que me ha enviado, el Padre; y en vuestra ley está escrito que el testimonio de dos es válido. Yo doy testimonio de mí mismo, y además da testimonio de mí el que me envió, el Padre." Ellos le preguntaban: "¿Dónde está tu Padre?" Jesús contestó: "Ni me conocéis a mí ni a mi Padre; si me conocierais a mí, conoceríais también a mi Padre." Jesús tuvo esta conversación junto al arca de las ofrendas, cuando enseñaba en el templo. Y nadie le echó mano, porque todavía no había llegado su hora.


Jesús es la luz que ilumina el mundo. Es Él quien nos da a conocer al Padre. Su Palabra es la luz; pero el mundo no conoce el Evangelio, no conoce su vida, que nos muestra el camino que debemos seguir para encontrar y conocer al Padre.

 "Las buenas relaciones se basan en la mutua aceptación y respeto: vivimos basados en la confianza, comemos lo que nos preparan, creemos lo que nos comunican, aprendemos lo que nos enseñan, aunque a veces nos asaltan la duda y los interrogantes. ¡Qué importante es para Jesús que reconozcan su testimonio, que acepten a su Padre y su proyecto! Él ha querido ser para las personas “luz del mundo”. Lo contrario han sido quienes viven una doble vida, juzgando con criterios humanos, dejándose llevar por la falsedad, como en el caso de Susana, condenada sin ningún juicio y salvada por la acción extraordinaria de un niño con obediencia total a Dios. (La primera lectura de hoy era el relato de la casta Susana). En el corazón de la niñez y de la vida vulnerada encontramos testimonios de una verdad desacreditada. Hoy sus vidas denuncian aquello que el mundo adulto les deja en herencia. Hemos de valorar a las personas que hoy son acusadas por los desórdenes y ambiciones de personas inescrupulosas. ¡Dios opta por la persona inocente!¡Defendamos a las víctimas de abusos!" (Koinonía)

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