jueves, 28 de abril de 2022

SEGUIR LA VIDA Y LA PALABRA

 


El que viene de lo alto está por encima de todos. El que es de la tierra es de la tierra y habla de la tierra. El que viene del cielo está por encima de todos. De lo que ha visto y ha oído da testimonio, y nadie acepta su testimonio. El que acepta su testimonio certifica la veracidad de Dios. El que Dios envió habla las palabras de Dios, porque no da el Espíritu con medida. El Padre ama al Hijo y todo lo ha puesto en su mano. El que cree en el Hijo posee la vida eterna; el que no crea al Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios pesa sobre él.

 Seguimos en el evangelio con Jesús hablando a Nicodemo. Ser discípulos de Jesús, es aceptar su testimonio: su Vida y su Palabra. Creer en Él no es seguir una teoría, si no poner en práctica lo que Él hizo y predicó. Seguir su vida, que es la Vida, y su palabra, que es la Palabra.
 
"Jesús afirma a Nicodemo la necesidad de nacer de lo alto, quiere decir: cuestionar su manera de creer, superficial y poco comprometida, para encaminarse a una vida de fe que respete y cuide la vida. Jesús ve compasivamente, escucha comprensivamente, habla de lo que ha visto y oído a su Padre, Dios. La fuerza y legitimidad de su testimonio están en aquello que Dios le pide hace a favor de las personas débiles y desprotegidas. También Pedro y los apóstoles, renacidos en la Pascua, encuentran la fuerza de enfrentar a las autoridades judías: «se debe obedecer a Dios antes que a los hombres», legitimando esta afirmación con la victoria de la Cruz. Sus palabras tienen contenido, no son vacías, ni engañadoras o tramposas. «Haber visto y oído» nos remite a la experiencia: aquí está la dinámica del testimonio cristiano. Es decir, la práctica tiene su origen en la contemplación; de igual forma, la ética se fundamenta en la espiritualidad. ¿Qué da credibilidad a tu vida cristiana? ¡Cree y vive! " (Koinonía)

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