sábado, 13 de enero de 2018

EL PESO DEL AMOR (sábado)


"Después fue Jesús otra vez a la orilla del lago. La gente se acercaba a él, y él les enseñaba. Al pasar, vio a Leví, hijo de Alfeo, que estaba sentado en el lugar donde cobraba los impuestos para Roma. Jesús le dijo:
– Sígueme.
Leví se levantó y le siguió.
Sucedió que Jesús estaba comiendo en casa de Leví, y muchos cobradores de impuestos y otra gente de mala fama estaban también sentados a la mesa con Jesús y sus discípulos, pues eran muchos los que le seguían. Unos maestros de la ley pertenecientes al partido fariseo, al ver que Jesús comía con todos ellos, preguntaron a los discípulos:
– ¿Cómo es que vuestro Maestro come con los cobradores de impuestos y con los pecadores?
Jesús los oyó y les dijo:
– No necesitan médico los que gozan de buena salud, sino los enfermos. Yo no he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores."

Leví era un corrupto. Los publicanos, además de recoger los impuestos del invasor, Roma, hacían trampa y se quedaban con dinero que cobraban de más. Jesús, llama a uno de esos corruptos a seguirle y luego se va a comer con él y sus amigos. No es de extrañar que los fariseos se escandalizaran de Jesús.
Pero Jesús, aquí y en muchos otros actos de su vida, nos enseña algo importante: el pecador no es alguien que debe ser condenado, sino perdonado. El pecador es alguien al que hay que acoger para que cambie de vida, no alguien al que hay que rechazar como un apestado.
Jesús nos enseña que el peso del Amor es mucho mayor que el peso del pecado, del mal, del error. No es condenando que se redime al pecador, sino perdonándolo. Además, seamos sinceros. Nosotros somos los primeros que necesitamos perdón. 


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