sábado, 22 de julio de 2023

MARÍA MAGDALENA, LA DISCÍPULA

 

El primer día de la semana, María Magdalena fue al sepulcro muy temprano, cuando todavía estaba oscuro, y vio quitada la piedra que tapaba la entrada. Corrió entonces a donde estaban Simón Pedro y el otro discípulo, aquel a quien Jesús quería mucho, y les dijo:
– ¡Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto!

 María se quedó fuera, junto al sepulcro, llorando. Y llorando como estaba, se agachó a mirar dentro y vio dos ángeles vestidos de blanco, sentados donde había estado el cuerpo de Jesús, uno a la cabecera y el otro a los pies. Los ángeles le preguntaron:
– Mujer, ¿por qué lloras?
Ella les dijo:
–Porque se han llevado a mi Señor y no sé dónde lo han puesto.
 Apenas dicho esto, volvió la cara y vio allí a Jesús, aunque no sabía que fuera él.  Jesús le preguntó:
– Mujer, ¿por qué lloras? ¿A quién buscas?
Ella, pensando que era el que cuidaba el huerto, le dijo:
– Señor, si tú te lo has llevado, dime dónde lo has puesto, para que yo vaya a buscarlo.
 Jesús entonces le dijo:
– ¡María!
Ella se volvió y le respondió en hebreo:
– ¡Rabuni! (que quiere decir “Maestro”).
Jesús le dijo:
– Suéltame, porque todavía no he ido a reunirme con mi Padre. Pero ve y di a mis hermanos que voy a reunirme con el que es mi Padre y vuestro Padre, mi Dios y vuestro Dios.
 Entonces fue María Magdalena y contó a los discípulos que había visto al Señor, y también lo que él le había dicho.

"Por alguna razón de María Magdalena se tiene la imagen de que era una prostituta. Debe ser porque, como se dice de ella que era una pecadora, la única posibilidad que tiene una mujer de ser pecadora es siendo prostituta. En realidad, en el Evangelio solo se dice que de ella habían salido siete demonios (Lc 8,1-2). Pasa que se la ha identificado con la mujer adúltera del evangelio de Juan y con la pecadora que unge los pies de Jesús (Mc 14,3-8), de las que no se dice el nombre en esos textos. Vamos a dejar esta historia de lado. La mujer, como el hombre, puede ser pecadora de muchas maneras. Y lo que nos importa no es lo que fue sino en lo que se convirtió al encontrarse con Jesús. Que ninguno de nosotros puede decir que tenga un pasado impoluto y libre de toda culpa.
María Magdalena siguió a Jesús, fue discípula de Jesús. Estuvo al pie de la cruz, acompañando a María, la madre de Jesús. Y luego fue testigo de la resurrección. Uno de los primeros testigos. Y, según el evangelio de hoy, fue ella la que dio testimonio de la resurrección de Jesús a los otros discípulos. Esto es ya muy importante. Porque en aquel mundo patriarcal, el testimonio de un mujer no tenía valor. Esto nos habla ya de que en torno a Jesús se había creado una comunidad nueva, igualitaria, donde las mujeres estaban al mismo nivel que los hombres. Todos discípulos, todos creyentes, todos seguidores de Jesús. Y precisamente Jesús resucitado se aparece a María Magdalena y le pide que vaya a anunciar a sus hermanos que ha resucitado.
La situación para las mujeres en nuestro mundo, y en nuestra iglesia, ha ido cambiando. Para ser realistas, ha ido mejorando. En muchas cosas, están a un nivel de igualdad con respecto al hombre. Pero todavía queda mucho por hacer. Todavía hay culturas y sociedades donde la mujer se sitúa a un nivel inferior al hombre. O, si lo prefieren, el hombre se sabe superior a la mujer. Solo un pequeño detalle: incluso en las sociedad que creemos que son más avanzadas, a igual trabajo el salario de la mujer es habitualmente inferior al del hombre. Es solo un detalle pero ya dice mucho. María Magdalena, discípula entre los discípulos, nos hace recordar que el reino del que habló Jesús es un reino de igualdad, de fraternidad, donde todos, hombre y mujeres, estamos al mismo nivel y compartimos la misma mesa en torno al único Padre."
(Fernando Torres, cmf, Ciudad Redonda)

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