lunes, 29 de enero de 2018

¿PREFERIMOS EL BIEN O EL MAL?


"Llegaron a la otra orilla del lago, a la tierra de Gerasa. En cuanto Jesús bajó de la barca se le acercó un hombre que tenía un espíritu impuro. Este hombre había salido de entre las tumbas, porque vivía en ellas. Nadie podía sujetarlo ni siquiera con cadenas. Pues aunque muchas veces lo habían atado de pies y manos con cadenas, siempre las había hecho pedazos, sin que nadie le pudiera dominar. Andaba de día y de noche entre las tumbas y por los cerros, gritando y golpeándose con piedras. Pero cuando vio de lejos a Jesús, echó a correr y, poniéndose de rodillas delante de él, le dijo a gritos:
– ¡No te metas conmigo, Jesús, Hijo del Dios altísimo! ¡Te ruego, por Dios, que no me atormentes! 
Hablaba así porque Jesús le había dicho:
– ¡Espíritu impuro, deja a ese hombre!
Jesús le preguntó:
– ¿Cómo te llamas?
Él contestó:
– Me llamo Legión, porque somos muchos.
Y rogaba mucho a Jesús que no enviara los espíritus fuera de aquella región. Y como cerca de allí, junto al monte, se hallaba paciendo una gran piara de cerdos, los espíritus le rogaron:
– Mándanos a los cerdos y déjanos entrar en ellos.
Jesús les dio permiso, y los espíritus impuros salieron del hombre y entraron en los cerdos. Estos, que eran unos dos mil, echaron a correr pendiente abajo hasta el lago, y se ahogaron.
Los que cuidaban de los cerdos salieron huyendo, y contaron en el pueblo y por los campos lo sucedido. La gente acudió a ver lo que había pasado. Y cuando llegaron a donde estaba Jesús, vieron sentado, vestido y en su cabal juicio al endemoniado que había tenido la legión de espíritus. La gente estaba asustada, y los que habían visto lo sucedido con el endemoniado y con los cerdos, se lo contaron a los demás. Entonces comenzaron a rogar a Jesús que se fuera de aquellos lugares.
Al volver Jesús a la barca, el hombre que había estado endemoniado le rogó que le dejara ir con él. Pero Jesús no se lo permitió, sino que le dijo:
– Vete a tu casa, con tus parientes, y cuéntales todo lo que te ha hecho el Señor y cómo ha tenido compasión de ti.
El hombre se fue y comenzó a contar por los pueblos de Decápolis lo que Jesús había hecho por él. Y todos se quedaban admirados."

Hoy encontramos a Jesús en tierra pagana. Marcos lo sitúa en un lugar donde impera el mal. Se encuentra ante un hombre poseído por un espíritu impuro, que grita, que se autolesiona, que vive entre tumbas. Un país en el que hay cerdos. Para los judíos, todo esto era causa de impureza, símbolo del mal.
Vemos a Jesús destruyendo el mal. El hombre queda sanado y los demonios con los cerdos en el fondo del lago.
La reacción de los habitantes de aquel lugar no es la de aceptar a Jesús, sino que le piden que se marche. Prefieren el mal a Jesús. Prefieren los cerdos, su fuente de riqueza, a la liberación que les trae Jesús.
¿Cuántas veces preferimos nuestra vida, aunque esté llena de mal, a seguir la de Jesús? Jesús nos libera, pero nos pide que cambiemos, que nos desprendamos de "nuestros cerdos". Y no siempre aceptamos hacerlo. Preferimos nuestra fuente de riqueza, aunque sea injusta e insolidaria. No nos extrañemos si seguimos autodestruyéndonos, vagando por las tumbas y gritando. No nos quejemos de la sociedad que tenemos. 


1 comentario:

  1. Jesús alliberans per tal poguem comptar el que Tú ets capaç d'alliberar en nosaltres...Gràcies Jesús. Pare Nostre

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