miércoles, 21 de septiembre de 2016

MATEO EL PUBLICANO


"Al salir Jesús de allí, vio a un hombre llamado Mateo, que estaba sentado en el lugar donde cobraba los impuestos para Roma. Jesús le dijo:
– Sígueme.
Mateo se levantó y le siguió.
Sucedió que Jesús estaba comiendo en la casa, y muchos cobradores de impuestos, y otra gente de mala fama, llegaron y se sentaron también a la mesa con Jesús y sus discípulos. Al ver esto, los fariseos preguntaron a los discípulos:
– ¿Cómo es que vuestro maestro come con los cobradores de impuestos y los pecadores?
Jesús los oyó y les dijo:
– Los que gozan de buena salud no necesitan médico, sino los enfermos. Id y aprended qué significan estas palabras de la Escritura: ‘Quiero que seáis compasivos, y no que me ofrezcáis sacrificios.’ Pues yo no he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores."

En la festividad de San Mateo leemos el relato que él mismo hace en su evangelio, sobre la llamada que le hace Jesús. Llama la atención lo escueto de la escena: pasa Jesús, lo llama y él lo deja todo y le sigue.
Mateo era recaudador de impuestos para Roma. Una persona odiada por colaborar con el invasor y que seguramente hacía trampas en sus cobros. Sin embargo Jesús lo llama y él no duda en seguirle. Nosotros ya lo habríamos clasificado como indeseable y lo habríamos tachado de nuestra lista.
Luego encontramos a Jesús comiendo en casa de Mateo con gente de "mala fama". Otros que nosotros habríamos borrado de nuestra lista.
La razón de Jesús es muy clara: son los enfermos los que necesitan el médico. Son las personas que andan descarriadas y despistadas, las que necesitan alguien que les guíe. Y nunca podremos ayudarlas a encontrar el camino si las borramos de nuestra lista; si las evitamos y las condenamos de ante mano.
Si somos verdaderos discípulos de Jesús, debemos tender la mano a todo el mundo. Quien sabe la de "Mateos" que nos están esperando.


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