martes, 8 de diciembre de 2015

MARÍA DE ADVIENTO


"A los seis meses envió Dios al ángel Gabriel a un pueblo de Galilea llamado Nazaret, a visitar a una joven virgen llamada María que estaba comprometida para casarse con un hombre llamado José, descendiente del rey David. El ángel entró donde ella estaba, y le dijo:
– ¡Alégrate! El Señor está contigo.
Cuando vio al ángel, se sorprendió de sus palabras, y se preguntaba qué significaría aquel saludo. El ángel le dijo:
– María, no tengas miedo, pues tú gozas del favor de Dios. Ahora vas a quedar encinta: tendrás un hijo y le pondrás por nombre Jesús. Será un gran hombre, al que llamarán Hijo del Dios altísimo: y Dios el Señor lo hará rey, como a su antepasado David, y reinará por siempre en la nación de Israel. Su reinado no tendrá fin.
María preguntó al ángel:
– ¿Cómo podrá suceder esto, si no vivo con ningún hombre?t
El ángel le contestó:
– El Espíritu Santo se posará sobre ti y el poder del Dios altísimo se posará sobre ti como una nube. Por eso, el niño que va a nacer será llamado Santo e Hijo de Dios. También tu parienta Isabel, a pesar de ser anciana, va a tener un hijo; la que decían que no podía tener hijos está encinta desde hace seis meses. Para Dios no hay nada imposible.
Entonces María dijo:
– Soy la esclava del Señor. ¡Que Dios haga conmigo como me has dicho!
Con esto, el ángel se fue."

En pleno Adviento nos encontramos con la Festividad de la Inmaculada Concepción. El evangelio de Lucas nos presenta a María recibiendo el anuncio del ángel. Un anuncio de alegría. Es la primera palabra de Gabriel.
María es el ejemplo de como debemos vivir el Adviento:
con alegría, con esperanza y deseando cumplir la voluntad de Dios.
Aunque el color litúrgico sea el morado, signo de penitencia, el espíritu de Adviento ha de ser un espíritu de alegría. Un espíritu de esperanza del que desaparezcan todos los miedos y la buena disposición de querer cumplir lo que Dios nos pide.
Como María debemos abrir nuestros corazones para que Jesús anide en ellos. Debemos estar atentos a lo que Espíritu nos pide.
A lo lejos, se vislumbra ya la luz de Navidad. 

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