jueves, 28 de julio de 2016

MALO Y BUENO. NUEVO Y ANTIGUO.


"Puede compararse también el reino de los cielos a una red echada al mar, que recoge toda clase de peces. Cuando la red está llena, los pescadores la arrastran a la orilla y se sientan a escoger los peces: ponen los buenos en canastas y tiran los malos.  Así sucederá al fin del mundo: saldrán los ángeles a separar a los malos de los buenos, y arrojarán a los malos al horno encendido, donde llorarán y les rechinarán los dientes.
Jesús preguntó:
– ¿Entendéis todo esto?
– Sí, Señor – contestaron ellos.
Entonces Jesús añadió:
– Cuando un maestro de la ley está instruido acerca del reino de los cielos, se parece a un padre de familia que de lo que tiene guardado saca cosas nuevas y cosas viejas."

La primera parte de este evangelio insiste en la mezcla de lo bueno y lo malo como leíamos el otro día en la parábola de la cizaña. La vida es esa mezcla y no somos nosotros quién, para decidir quién es el bueno y el malo.
La segunda parte nos señala que lo viejo es bueno, pero también se trata de buscar las nuevas. Si queremos avanzar, debemos adaptarnos a los tiempos nuevos. Sin perder lo antiguo, que puede servirnos de referencia. Hay que elegir lo bueno para cada momento.

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